Opinión
La «progresista» ERC: «Fuera el alzhéimer de Barcelona»
La actual polarización y degradación de la política en España es una triste realidad
La actual polarización y degradación de la política en España es una triste realidad. Hubo un tiempo, en que desde Cataluña el nacionalismo pretendía desmarcarse de situaciones políticas que se vivían en España, –y que eran consideradas crispadas y lamentables–, aludiendo por su parte al «oasis catalán», donde, –según ellos–, la política era menos agresiva y más «civilizada» y convivencial que «en el resto del Estado». Es sabido que para ese nacionalismo, España era y sigue siendo, una realidad no asumida y sustituida por una mera estructura política denominada «Estado», es decir, un cuerpo jurídico carente del espíritu propio de una nación. Sin perjuicio de la irrealidad de tal visión, lo cierto es que el «procés» de ese nacionalismo, empezó su gestación en 2013 y desde entonces el presunto «oasis catalán» se ha convertido en un mar azotado por vientos, tempestades y maremotos, donde la desorientación lo invade todo, y la simple posibilidad de navegar pacíficamente por él, resulta imposible. Se puso oficialmente «rumbo de colisión con el Estado» con una declaración del presidente de la Generalitat en el Parlament, en enero de 2013 y el 1º de octubre de 2017 comenzó un mes que pareciera querer imitar al «octubre rojo» de un siglo antes en 1917 por sus lamentables consecuencias. Terminó el mes con la Generalitat intervenida en aplicación del artículo 155 de la Constitución, y su presidente en Waterloo. Desde entonces, Cataluña es la raíz de no pocos males que aquejan al conjunto de España, como ya lo ha sido a lo largo de su Historia, en aplicación del adagio latino: «corruptio optimi, pessima» (la corrupción de los mejores es la peor). La sublevación «dels Segadors» de 1640, la Guerra de Sucesión en 1700, la Semana Trágica de 1909 o el 6 de octubre de 1934, son algunos sucesos que lo confirman, y a los que ya se ha sumado el procés de 2017. Ahora, se ha conocido en Cataluña un episodio de descalificación política que supera todo lo conocido e imaginable, y que no puede atribuirse a la «ultraderecha», sino a un socio prioritario del sanchismo, en Madrid y en Barcelona: Esquerra Republicana de Cataluña. Cofundadora del Pacte del Tinell en 2003, junto al PSC y los comunistas catalanes del momento que alumbró al primer Tripartito con Pascual Maragall al frente, sembró la semilla del Procés con el nuevo Estatut y construyó el primer muro contra el PP en toda España. Ahora han inundado Barcelona con carteles de los hermanos Maragall y el rótulo «Fora l’Alzheimer de Barcelona». Efectuado por la facción interna de ERC opuesta a Junqueras. Los «progresistas» socios sanchistas.
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