
Biblioteca Harley-Davidson
Puente de verano
Solo los muy primarios pueden creer en una visión tan fanática de fachoesfera contra simioesfera
Anteayer, cuando nuestra península llevaba siete días ardiendo por los cuatro costados, el presidente tuvo a bien por fin interrumpir sus vacaciones para acercarse a las catástrofes. Propuso un pacto entre todos para luchar contra el desastre. ¿Sería maligno y cruel por mi parte recordar precisamente ahora el torpe tuiter de hace una semana del Ministro de Transportes sobre la España calentita?
Lo más hilarante de Óscar Puente es que se mete él solo en esos charcos que luego colocan en posición desairada a su presidente y jefe: un caso extraordinariamente parecido al de aquel rey que lo que más temía era el entusiasmo de sus propios monárquicos. Devolver los mismos reproches sería una pérdida de tiempo, porque lo verdaderamente razonable ahora es estar unidos para hacer frente con nuestros esfuerzos al desastre que arrasa los bosques de todos.
Los escritores difícilmente podemos luchar contra los pirómanos que incendian montes. Pero sí que podemos hacer algo para combatir con cierto sentido del humor a los pirómanos que incendian las redes. Para evitar que aumenten la confrontación, la desunión y la crispación entre españoles, baste recordar que muy pocos habitantes suscriben esa idea de que nuestra población se divida exclusivamente entre habitantes de una supuesta fachoesfera, que tiene tanta entidad imaginaria como pueda tenerla la supuesta simiosfera contraria desde donde se emiten los tuiters que aseguran denunciarla. Solo los muy primarios pueden creer en una visión tan fanática de fachoesfera contra simioesfera.
Puesto que se detecta claramente que en todos esos juramentos y fanatismos oníricos laten sueños irrealizados, pienso que puede valer más la pena dedicar mi columna de cada martes, durante todo este agosto, a profundizar en el curioso mundo retórico del ministro Puente. Nos divertiremos. Y quizás podamos dilucidar el misterio de quién pensó que nombrarle era una idea tan buena como ocurrírsele a alguien tener al yeti como mascota.
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