
Letras líquidas
¿Por qué tiene Europa forma de triángulo?
El eje Reino Unido-Francia-Alemania se está activando
Si tuviéramos que definir este primer cuarto de siglo, el cambio, la volatilidad, la incertidumbre y la incerteza competirían entre sí para alzarse con el título de palabra clave de los albores del XXI. Asumido el movimiento tectónico al que las circunstancias geopolíticas, culturales, sociales, sanitarias y climáticas nos han sometido (sobre todo a los confiados nativos del XX), no queda otra opción que adaptarse a las estrenadas coyunturas. Así que la observación y el análisis de cuantos movimientos nos rodean resultan fundamentales para saber en qué situación estamos. Si nos lo tomamos como un juego, que usar la ligereza de contrapunto no suele ir mal, podemos recurrir a ese pasatiempo que consiste en unir puntos para descubrir la figura que ocultan: un animal, un objeto, un paisaje. Todo cobra sentido al definir los trazos. Y siguiendo este mismo esquema quizá adivinemos hacia dónde se dirige la política internacional.
Frente al peso específico de Estados Unidos y Asia, a sus particulares ambiciones y pulsos, Europa se enfrenta (por enésima vez) a un momento trascendental: lograr relevancia en un mundo que la relegará a la intrascendencia si no asume las riendas de su propio futuro. La UE ya ha tomado nota y ha presentado el esbozo del presupuesto para los próximos años (de 2028 a 2034): traza el guion de hacia dónde quiere ir. Pero Bruselas y las instituciones comunitarias no son los únicos que se resitúan en el Viejo Continente, acostumbrado a bruscos virajes en su historia (se acaban de conmemorar los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial). Hace apenas unos meses, en mayo, la imagen de Starmer, Macron y Merz sentados en torno a una mesa en un tren nocturno que se dirigía a Kiev marcó un punto de inflexión y se convirtió en referente para entender la posición exacta de Reino Unido, Francia y Alemania sobre la guerra en Ucrania. Un mensaje claro a Putin de unidad y firmeza, que pone a cada cual en su lugar y en un lado de la historia muy concreto. Y, además, aquella conexión que se gestó sobre raíles ha derivado en hechos más concretos y de repercusiones aún por conocer.
Desde entonces, una visita de Estado de Macron a Starmer, el acuerdo en Defensa más importante desde 1945 entre Alemania y Reino Unido y los pactos de Merz y Macron para afianzar las relaciones bilaterales en seguridad nos dejan pistas: el eje Reino Unido-Francia-Alemania se está activando. Como si la política europea fuera un pasatiempo, unimos los puntos y dibujamos un triángulo geopolítico. E-3 empiezan a llamarlo. Habrá que estar atentos.
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