La situación
El quilombo español
El poder ejecutivo cuestiona al poder judicial y anuncia que los jueces serán controlados por el poder político
En el cono sur latinoamericano, la palabra quilombo tiene dos acepciones. Una es prostíbulo, que aquí no viene al caso. La otra es lío, barullo, gresca o desorden. Amigos argentinos, con su impenitente gracejo habitual, repiten ese término con asiduidad, porque se consideran a sí mismos habitantes de un quilombo infinito. En los peores tiempos solían decir que «la única salida de Argentina es… Ezeiza», el aeropuerto internacional de Buenos Aires. Y consideran que la suerte de los españoles es que nos controla la Unión Europea.
Esos mismos amigos porteños llaman ahora para contar que ven por televisión la grieta que se ha abierto en España. Y ese es otro término argentino, grieta, aplicado a la fractura política que sufre aquel país –tan lejano geográficamente, como cercano emocionalmente–, y que se ha dilatado en los años K, en referencia a los gobiernos populistas de los Kirchner. Ese afán kirchnerista de mantenerse en el poder mediante el sometimiento del país a una extrema polarización (¿a qué nos suena?), ha tenido como efecto reactivo que un personaje como Milei llegue a competir por la presidencia en la segunda vuelta de las elecciones. Y, si alguien tiene interés, encontrará con facilidad en los medios argentinos declaraciones de personas moderadas y sensatas que muestran su disposición a votar a Milei, porque no encuentran respuesta a la gran pregunta: ¿quién representa el desastre, y quién la catástrofe? ¿Milei o Massa?
En España hemos importado la grieta. Y también el lawfare, otro concepto argentinizado porque cada vez que un juez pretende investigar por corrupción a Cristina Kirchner, la expresidenta acusa a la justicia de persecución política. Ahora, el PSOE ha firmado un papel en el que legitima las acusaciones de lawfare del fugitivo Puigdemont, antes de aprobar una ley que amnistiará sus múltiples delitos. Por tanto, el poder ejecutivo cuestiona al poder judicial y anuncia que los jueces serán controlados por el poder político, en comisiones de investigación parlamentaria.
Otros ciudadanos latinoamericanos, que han huido a España por cientos de miles, suelen advertir a sus amigos españoles: «esto ya lo hemos vivido nosotros en Venezuela». Para ellos, nuestro quilombo es un déjà vu.
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