Mientras el gobierno portugués aguarda con indisimulada aprehensión las explicaciones sobre el origen del apagón del 28 de abril y la Comisión Europea se dispone a abrir un expediente informativo de oficio sobre la imprevisible incidencia, en La Moncloa parecen empeñados en la elaboración de un relato que exima, una vez más, de responsabilidades políticas al Ejecutivo sanchista, asunto que se nos antoja muy difícil por más que el equipo de propaganda se devane los sesos. De momento, ya han llegado a la opinión pública algunos hechos poco tranquilizadores que habían pasado inadvertidos. Como la pasividad a la hora de llevar a cabo la modificación del plan estratégico eléctrico, ordenado por las propias instancias gubernamentales, o el desentendimiento suicida de las advertencias de técnicos e ingenieros cualificados, incluso de la propia Red Eléctrica, del riesgo de un fallo general de la red.