Escrito en la pared
Saber leer
Sabe bien que no se aprende más ni mejor en aulas repletas de electrónica. Por eso ha señalado que «quiere ver más libros y menos tiempo de pantalla en la escuela»
Hace un mes la OCDE publicó el último de sus estudios de evaluación del rendimiento educativo referido a la comprensión lectora de los estudiantes de primaria. Los resultados llamaron la atención porque en dos tercios de los países para los que hay datos comparables, el nivel de los alumnos había caído tras la pandemia. A ésta se ha achacado tal fenómeno por la interrupción de la actividad escolar, aunque también se apuntan otras razones como la generalización del uso de dispositivos electrónicos, sobre todo porque, aunque en ellos se encuentran respuestas inmediatas a muchas preguntas, éstas carecen de la contextualización necesaria para su cabal entendimiento. Lo cierto es que no sabemos muy bien por qué la comprensión lectora está en retroceso, aunque sí tenemos medido con precisión que es menor en unos países que en otros –por ejemplo, en España–, y que ello se deriva de la distinta amplitud de la que podríamos concebir como la élite estudiantil.
Saber leer es muy importante porque, haya o no inmediatez electrónica, una buena parte de los mensajes que recibimos se expresan mediante la escritura. Por eso ocurre que el entendimiento de las matemáticas es paralelo a esa habilidad, pues muchos alumnos leen pero no captan el enunciado de los problemas que les plantean. Inmersos en la cultura de lo audiovisual, no son capaces de enfrentarse a los libros, aunque sea por obligación, y pierden así la oportunidad de que, como señaló el gran físico Carl Sagan, «gente que murió hace tiempo hable dentro de su cabeza, puedan aprovechar la sabiduría de nuestra especie y contemplar los conocimientos dolorosamente extraídos de la naturaleza».
La ministra sueca de Educación, Lotta Edholm, tiene muy claro que la digitalización de las escuelas ha sido un experimento en parte fallido y que es ineludible retornar al empleo de libros de texto y a la lectura lúdica para recuperar el nivel intelectual perdido. Sabe bien que no se aprende más ni mejor en aulas repletas de electrónica. Por eso ha señalado que «quiere ver más libros y menos tiempo de pantalla en la escuela»; y ha dispuesto los recursos necesarios para ampliar las bibliotecas. Más lectura, más libros y más debate sobre ellos es, también para nosotros, ineludible.
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