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Aquí estamos de paso

Yo sigo, tú pagas

El Gobierno que no preguntó sobre la amnistía, ahora lo hace sobre una cuestión financiera privada

En la España disfuncional, el Gobierno que no pregunta a la gente ni cómo está y estima que el Parlamento es un territorio hostil al que no es necesario acudir, ha decidido que el pueblo se pronuncie sobre una operación financiera privada. Dice el presidente que antes de autorizar la cosa quiere escuchar opiniones de empresarios, de ciudadanos y de organizaciones para que lo que tenga que ser sea con garantías. Dice. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha autorizado la operación, pero este visto bueno técnico e institucional no le parece suficiente al Gobierno y expone la cuestión al público en general. Insólita decisión, más aún con los antecedentes de escasa disposición a la consulta de un Gobierno que no preguntó a los ciudadanos por decisiones mucho más trascendentes, como la amnistía, y dejó de someter a juicio de órganos de consulta otras materias ante el temor de que les sigan diciendo que no son partidarios. Van a su bola, que es la propia, la que para ellos rueda y a los demás se nos atasca o atraganta, hartos ya de tragar y tragar con poner en valor lo que era malo y encumbrar lo que un día se vendió como aceptable. Esta es una más. Otra colleja en nuestra castigada dignidad de seres pensantes, de opinión pública inteligente. El tirabuzón de otro salto mortal que, sin embargo, resulta luminosamente revelador de algo que hasta ahora tenían pudor en ocultar. La cobardía. Unida una vez más al desprecio al público en general y a los afectados en particular. Porque, a ver, ante la evidencia de que resulta difícil parar la opa del BBVA al Sabadell, que no es en absoluto del agrado del socio puntal puigdemoníaco, tienen a bien inventarse una estrategia loca y desaforada que es la de sacarse del pañuelo una consulta perfectamente prescindible, pero de probable resultado negativo. Un no que no vincula, pero que sí servirá de excusa para no tener que dar el visto bueno a algo que pone en riesgo su estabilidad. Lo de convocar elecciones para salir de esa y otras prisiones, como que no. ¿Para qué si podemos seguir saliendo del paso?

En los mismos días en que se le va la luz a España por una dudosa gestión de la transición energética o se para un día entero el tráfico de trenes porque alguien se ha llevado unos metros de cable esencial; en los días en que la mayor parte de los ciudadanos tenemos la sensación de que el país no funciona y quien manda no sabe gestionar las crisis si no es en propio beneficio, nos preguntan por una operación financiera completamente alejada de la conciencia ciudadana de interés general.

Lo que quiere el personal es que el país funcione y eso es lo que tiene que conseguir un gobierno, ni menos ni más. No buscar excusas extranjeras en sabotajes o ciberataques, en crisis lejanas o ineficacias ajenas cuando las cosas fallan, ni hacer que sean otros los que carguen con las decisiones difíciles o arriesgadas. Valor se llama. Sentido democrático. Respeto a las formas y la sensibilidad de los votantes, incluso a los propios.

Estar dispuesto a pagar cualquier precio por algo que se ambiciona es el tobogán para caer en deudas inasumibles. Y la llave para cansar definitiva e irremediablemente a quienes hace tiempo que se sienten los pagafantas de deseos irrefrenables de poder. Pero tampoco de eso se están dando cuenta.