
El trípode
Por sus obras los conoceréis
Estamos inmersos en una intensa actualidad informativa, centrada en la distancia política -sin precedentes en la Historia- creada entre EEUU y Europa, con ocasión de las diferencias en torno a las condiciones para acabar con la guerra en Ucrania.
Estamos inmersos en una intensa actualidad informativa, centrada en la distancia política -sin precedentes en la Historia- creada entre EEUU y Europa, con ocasión de las diferencias en torno a las condiciones para acabar con la guerra en Ucrania. Pero ello no debe provocar que se olvide la situación que atraviesa la política nacional con un especial protagonismo de quien fue la auténtica mano derecha de Sánchez en la singladura que le llevó desde el Comité Federal del PSOE que le cesó de la Secretaría General el 1-O, que 20 meses después accedió nada menos que a la Presidencia del gobierno. En ese breve intervalo temporal recuperó el mando en Ferraz para a continuación conformar una primera coalición sanchista y llegar a La Moncloa con la raquítica cifra de 84 diputados obtenida por él como candidato socialista en las elecciones. Todo este recordatorio es para ensalzar su dependencia de quien fue su apoyo principal para esa increíble trayectoria lo que motivó que fuera el elegido para defender la moción de censura sanchista en el Congreso de los Diputados. Escuchar nuevamente o releer la intervención de José Luis Ábalos en aquella importante sesión parlamentaria provoca un sonrojo difícilmente superable. La corrupción política y el tajante compromiso en la lucha por erradicarla fue el argumento conductor utilizado para justificar la censura al gobierno popular. Y expresado con una aparente convicción manifestada y comprometida rotundamente desde la tribuna del hemiciclo por el diputado portavoz designado por Sánchez para tan singular ocasión. Hoy, a la distancia de casi siete años de entonces, el balance de ese «combate sin cuartel contra la corrupción política» por parte del sanchismo, con su portavoz denunciante al frente, resulta tan abrumador que sobran las palabras. Conocer una trama de corrupción incluyendo residencia en pisos de elevado alquiler para «señoritas de compañía» en los viajes oficiales con cargo al erario público, e incluyendo empleo debidamente retribuido en empresas públicas sin contraprestación de trabajo alguno por su parte, es una modalidad
de corrupción que cuando menos exime de más comentarios. El nombre de Jessica identifica a dicha modalidad que parece de momento compartir protagonismo con una «Miss» y destacada militante del partido progresista, feminista, socialista y sanchista. Es evidente que el sanchismo está caracterizado por una concepción del ejercicio de la política por parte de sus dirigentes basada en que el fin de acceder al gobierno justifica cualquier medio para conseguirlo y perpetuarse en él. Mientras que, por parte de sus servidores, acceder a un puesto de trabajo remunerado, incluso sin trabajar, es la contraprestación debida. Es la ética pública comprometida por el socialismo sanchista.
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