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La técnica más eficiente para destruir una ciudad
El precio de los alquileres, topados por el Ejecutivo, no deja de subir y alcanzan máximos
Assar Lindbeck (1930-2020) presidió entre 1980 y 1994 el comité del Banco de Suecia que elige al premio Nobel de Economía. Considerado la máxima figura de la economía sueca durante más de treinta años, es famosa su afirmación de que «los controles de alquileres parecen constituir la técnica más eficiente entre todas las conocidas para destrozar o destruir una ciudad, ¡con excepción del bombardeo!» No consta que Yolanda Díaz, Irene Montero y, sobre todo, Ada Colau, partidarias acérrimas del control de los alquileres hayan leído al economista sueco que, cuando analizaba el Estado del Bienestar, sobre todo en Holanda, Noruega y Suecia, se quejaba de la «utilización indebida de los subsidios» y de la «picaresca», por ejemplo, con las bajas por enfermedad, y otros abusos, que podrían llegar a destruir el sistema.
En España, los árboles de la bronca interna en el Gobierno de Sánchez, con la reforma de la ley del «solo sí es sí» de estrella, ocultan el bosque en el que ocurren muchas más cosas. El precio de los alquileres, topados por el Ejecutivo, no deja de subir y alcanzan máximos. En enero, en Madrid el alza media con respecto al mismo mes de 2022, fue de 9,1%, pero en varios distritos las subidas llegaron al 18%. Barcelona ya es la capital más cara para alquilar vivienda, con la particularidad, según un estudio de EsadeECPol, de que el tope al alquiler generó un efecto perverso. Los alquileres de los pisos más baratos subieron un 12,7%, mientras que el de las viviendas más caras descendía un 2,9%. Algo parecido ha ocurrido, sobre todo en la subida de alquileres en ciudades como Valencia, Palma o Málaga y, en menor medida –pero siempre al alza– en el resto de país. En el caso de Barcelona, la aparición de estos datos, coincide con la publicación en el Financial Times –reproducida por Expansión– de un gran y demoledor reportaje titulado «How Barcelona lost its way» –«cómo Barcelona perdió el rumbo–», que afirma que la política ha fomentado un profundo malestar en la ciudad, «que está quedándose parada». Colau intentará que pase inadvertido, pero también aborda el asunto del tope a los alquileres y el freno a los Airbnb y las trabas al turismo. Es muy importante, pero hay vida más allá de la ley del «solo sí es sí». Ahí está lo de la sedición, ahora muy en segundo plano o el futuro de las pensiones, que también peligraban en Suecia y que fueron reformadas antes de que hubiera que tomar medidas «muy drásticas» como advirtió el economista que además previno sobre el efecto letal de topar alquileres, el sueco Lindbeck.
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