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Test de calidad

«La polarización hoy es tan agria y corrosiva, el clima tan irrespirable, que pocos ciudadanos confían en los políticos»

¿Cómo afecta el clima de polarización y crispación a la calidad democrática en España? ¿Puede ser que suframos un auténtico «cambio climático político» de resultas del cual la calidad de nuestra democracia sea cada vez peor…? No parece extraño.

Cuando la mentira, como ocurre, se convierte en andamio político, cuando la verdad es subyugada y hecha prisionera…, el debate público también se resiente. Claro que España siempre ha sido propensa al azuzamiento ideológico en esta democracia ya no tan joven. Dentro de nada se cumplirá un siglo desde la Guerra Civil, y seguimos igual: manteniendo un espíritu de eterna discordia. Los políticos consideran que la ciudadanía precisa «estímulos» para acudir a las urnas, y la alimentan con levaduras de odio, frentismo, agresividad y violencia institucional. Sin embargo, la democracia consiste en un debate público bien entendido, donde la información sea confiable e «instruida», mientras que el enfrentamiento ideológico supone todo lo contrario: levantamiento de muros infranqueables, una fiera disputa territorial parlamentaria, llevar hasta el hogar del ciudadano la desunión, el aborrecimiento hacia quien piensa distinto. Y, lo que en principio puede parecerle al gobernante una fórmula infalible para mantener a sus «fieles» en estado de permanente excitación, dispuestos a apoyar, votar, manifestarse…, llega el día en que se desvela como una farsa que conduce a la apatía cívica, al «¡Todos los políticos son iguales, ladrones, sinvergüenzas…!». La hora de conductas extremistas y posturas que desprecian a la democracia para buscar soluciones tajantes que solo pueden ser violentas; dañinas, por tanto.

¿A quién interesa, con qué objetivo, que la sociedad deserte de las reglas de la democracia y la convivencia pacífica para agitarse y endurecerse, para generar movimientos agresivos, autoritarios…? Si el cinismo se adueña de la opinión pública, dado el clima irrespirable, la convicción mayoritaria será que la política es inherentemente corrupta, que no hay solución ni salvación posible, y que todo intento de participación ciudadana está destinado al fracaso. La polarización hoy es tan agria y corrosiva, el clima tan irrespirable, que pocos ciudadanos confían en los políticos. Incluso empieza a ser difícil percibir la realidad, cada día más incomprensible.