
Opinión
Tocata y fuga de Sánchez por los atrases de Palacio
El presidente no quiso arriesgarse a mordacidades, preguntas incómodas, incisivas o punzantes, o comentarios malévolos y huyó de los corrillos
La fiesta de la desunión nacional ha cumplido una nueva edición plena de incomparecencias y omisiones de representantes de fuerzas políticas de uno y otro extremo, aunque en el caso de los que sustentan al Gobierno de Pedro Sánchez se ha convertido ya en una tradición, en un plantón interminable de los que solo piensan en sus intereses espúrios y bastardos en contra del fortalecimiento del Estado que les da cobijo.
Tras el ejemplar desfile de nuestras Fuerzas Armadas volvió a quedar claro a quién vitorean y a quién ponen en la picota del insulto y el agravio. Los Reyes, en lo más alto; Pedro Sánchez, en el fango que denuncia una y otra vez sobre una máquina que asegura no para nunca de vomitar infundios contra él mismo, el Gobierno, el PSOE y su entorno familiar.
Por eso, y no porque tenía que preparar su viaje a la firma de la paz en Gaza –como deslizaron desde Moncloa– huyó por la puerta de atrás de Palacio para evitar los corrillos con los periodistas, a los que una regla no escrita habilita a ser alimentados de chismes, intoxicaciones informativas y cotilleos varios por parte de los políticos, con la lengua más relajada y los equipos «censores» lejos para frenar los excesos lenguaraces de sus jefes. Sánchez no quiso arriesgarse a mordacidades, preguntas incómodas, incisivas o punzantes, o comentarios malévolos, que casi nunca llegan, dado el tono distendido del evento. Pero ni por esas el presidente se ha acercado a los que considera sus «enemigos» ni a los amigos a los que riega con subsidios contributivos a su causa progresista.
El presidente ni siquiera ha acudido a la sala donde se ofrecía el cóctel de la recepción junto al resto de los miembros de su gabinete, que han obviado pronunciarse sobre la ausencia de su paladín. Solo el titular de Transportes, el maldiciente Óscar Puente, tiró de ironía –no puede verse de otra manera– para asegurar que su ausencia tenía que ver con que quería «comer con su familia».
Por contra, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se mostró «bastante animado» después del «ánimo Alberto» que el presidente le lanzó en la última sesión del control al Gobierno en el Congreso y porque «mi pareja no está en el juzgado, mi hermana tampoco y número dos no está en la cárcel». Andanada entre chascarrillos que Sánchez no pudo contrarrestar por su automarginación temerosa de una Prensa de la que recela, sospecha, duda y, por encima de todo, le preocupa que siga deshojando corruptelas y exfoliando fontanerías tenebrosas. Tocata y fuga para preparar una maleta que seguro deberá facturar dado el tiempo que le ha llevado hacerla.
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