Alfredo Semprún

El sexo mutilado de una niña como baza electoral

Un vistazo al globo

No, no se trata de un caso de ablación, si no de otra de esas viejas costumbres que tanto arraigo tienen en África: la hechicería. Gabón, uno de los países más estables del continente negro y gran productor de petróleo en el Golfo de Guinea, ha decidido romper un tabú infamante: el asesinato ritual de niños y adolescentes para obtener amuletos de poder. El secreto a voces fue roto la víspera de Navidad en una sesión a puerta cerrada del Senado. Por mayoría absoluta, se acordó levantar la inmunidad parlamentaria a uno de los suyos, el senador por la región de Kango, Gabriel Eyeghe Ekomie. La declaración oficial se mantiene dentro de los cánones clásicos. Lamentan mucho tener que hacerlo, pero confían en que el senador pueda defender su inocencia y su honor ante los tribunales. Más le vale, porque la acusación es horrenda.

En 2009, año electoral en la república gabonesa, fueron asesinados 44 niños y adolescentes. Entre ellos, la joven Beverly Bilemba Mouanguela, de doce años, cuyo cadáver se halló mutilado. El asesino había cumplido cuidadosamente con el rito: la víctima era virgen, había sufrido dolor en la agonía y los órganos sexuales fueron extirpados completos. Se hace duro escribirlo, pero así fue. En definitiva, un acto de brujería habitual, por el que se obtiene un amuleto que incrementa el poder propio y debilita al adversario, en este caso, un competidor en las urnas. Las víctimas se escogen entre las familias más desfavorecidas, pero no siempre. En la época propicia, cuando las calles se llenan de promesas electorales, el miedo se extiende, los hijos se guardan con celo y la Policía despliega refuerzos en la puerta de los colegios. Y, sin embargo, los crímenes se suceden: 44 en 2009, 37 en 2010, 34 en 2011... Primero denunció la iglesia católica, luego se le unieron algunos periodistas valientes y, por fin, el presidente Alí Bongo decidió que era hora de tomar cartas en el asunto y acabar con una lacra que perjudica gravemente al desarrollo de su país. Porque, elecciones hay pocas, pero penas de amores, ambiciones de poder, venganzas y envidias están a la orden del día.

La mayoría de los problemas requieren sortilegios sencillos e inofensivos, más baratos y, por tanto, al alcance de una población muy inclinada a creer en hechizos milagreros. Para el resto, sobrevivir a una crisis ministerial o garantizarse el éxito de un golpe de Estado, la cuestión se complica. En Gabón, y en casi toda África subsahariana, donde los ritos ancestrales e internet conviven sin el menor problema.

El caso es que la Policía detuvo al asesino y torturador de Beverly, un tal Aristide Pambou, quien no sólo confesó el crimen, sino que declaró que había sido un encargo del senador Eyeghe. El precio: 20 millones de francos CFA (unos 30.000 euros) que, al parecer, nunca le fueron pagados. La acusación contra el senador sólo se sostiene en la declaración del asesino confeso, al que le ha caído la perpetua, pero en el relato, según el juez que ha pedido el procesamiento del político, hay indicios inquietantes de veracidad.

De cualquier forma, lo ocurrido es un hito en la historia reciente de Gabón, nunca se había desposeído de la inmunidad parlamentaria a nadie, y las redes sociales africanas, muy activas como reacción a la falta de liberta de Prensa en la mayoría de los países del continente, extienden la noticia y ayudan a romper uno de los tabúes más extendidos: el que impide denunciar el sacrificio de jóvenes y niños en rituales de magia negra.

Y es un triunfo, también, para una mujer valerosa, la ministra de Justicia de Gabón, Ida Reteno, que ha peleado durante seis meses para conseguir el procesamiento del senador, enfrentándose a toda la clase política. La señora Reteno había sido designada especialmente por el presidente del país, Alí Bongo, para acabar con los crímenes rituales. No lo tiene fácil. Sabe, porque es así, que cientos de brujos preparan en estos días sortilegios y amuletos para acabar con ella. Las viejas fuerzas del mal que nos persiguen desde la oscuridad de los tiempos.