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Teoría de las élites

«Élite» en la onomástica significa «lo selecto de la cosecha»; alude a las mejores uvas de la vendimia; «lo mejor de la luna de plátanos cosechados». Desde Platón inciden dos conceptos en apariencia coincidentes, aunque en definitiva, contradictorios. Uno sería quien es el legislador ideal: Licurgo establece un orden concreto para la comunidad política; los Padres Fundadores de la Constitución estadounidense son la prueba de que no es imprescindible que el legislador sea una sola persona, aunque por otra parte pueda pensarse que el «modo» –que otros llaman «sistema»– exige un esfuerzo constante que en algún momento del proceso histórico se consideró «mantenimiento social», en otros momentos suscriben la seguridad del funcionamiento: Platón los llamó «guardianes» y ha llegado en tiempos contemporáneos a denominarse «sistema administrativo».

Wilfredo Pareto (1848-1923) fue quien primero trató de investigar las élites, con el desarrollo de la Sociología, en su «Tratado de Sociología General» (1916). Según Pareto cada grupo identificable en el seno de una sociedad produce una élite, aunque el hecho en sí no supone una caracterización de notoriedad o distinción identificable históricamente. Afirma, además, que las élites son siempre políticas, entendiendo que este sector de la realidad histórica no hace referencia solo a ganar «influencia», sino muy especialmente de «poder». Pero, la élite de Pareto no es la clase gobernante sino el grupo dominante que dispone de los resortes del poder.

Robert Michels introdujo la diferencia de las élites más que burocráticas, oligárquicas. Mientras que en Pareto el modo de pensar es conservador, hay élites que crean nuevas combinaciones sociales y políticas, son élites innovadoras y, con frecuencia, revolucionarias que, a su debido tiempo, aspiran a administrar el poder y, con frecuencia, originan innovaciones para consolidarse a sí mismos con más intensidad.

En realidad, la idea de élite es de estructura sencilla, pero no resulta en absoluto sencillo, ni fácil, su definición operativa. Se han hecho, desde 1912, diversos intentos de definición, incluso estadísticos, que siempre han resultado insatisfactorios, quizá la razón sea la constante vibración de flujos y reflujos característica de las sociedades. Ello ha dado como consecuencia el decaimiento del estudio de las élites, marcando sin embargo mayor auge, apoyado en Weber y, desde 1956, en Mannheim y su «democratización de la cultura» y la aparición de las «élites colectivas» e, incluso, «élites revolucionarias».

Se han llevado a cabo numerosas investigaciones, y muchas universitarias, que han organizado cursos de «liderazgos» politológicos, sociológicos, ampliando la primera caracterización por el aperturismo a la condición empresarial, altos funcionarios de organismos internacionales, altos jefes militares de operación de combinación de armas y empresarios, incluso intelectuales de apertura de nuevas situaciones de experiencias, tales como estudios históricos sobre élites concretas. Se ha extendido a estudios regionales.

Un tema importante es el papel destacado del ejército en muchos países en vías de desarrollo; otros estudios comparados han desenvuelto la influencia política de los intelectuales, así como el reclutamiento de los líderes políticos. Aspecto muy destacado en todos estos estudios relativos al «liderazgo» y reclutamiento de los líderes políticos, lo que es un tanto repetido, de modo especial en los países, pues la investigación ha mostrado generalmente un alto porcentaje de autorreclutamiento de las élites en los países y las diferencias en algunos países socialistas en períodos de transición. En Gran Bretaña un analista de la movilidad social –Heath, 1981– hace ver y llama la atención sobre ello que el grado de autorreclutamiento de los grupos de élites ha cambiado muy poco entre 1950 y 1975 y que demuestra la escasez de ideas renovadoras intelectuales. En el análisis historiográfico universitario puede hablarse de desarrollo elitista en países industriales. Mayor atención se ha desarrollado el elitismo, que se refiere más intensamente a actitudes sociales, políticas y culturales que en ocasiones se han confundido con posiciones psicoanalíticas, también, con frecuencia tratadas conjuntamente con la gran innovación supuesta en las «mentalidades», o el concepto juvenil de «democracia participativa», que incluso ha impreso interés manifiesto en el «doctrinarismo de las élites».