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El canto del cuco

Trump y Abascal

El envalentonamiento de Abascal al lado de Trump y el éxtasis que le produjo el falso oráculo de Elon Musk de que Vox va a ganar las próximas elecciones no pueden ocultar las contradicciones que afectan de lleno al futuro de su partido, donde aumentan las voces críticas.

El mapa político español está siendo sacudido por el terremoto «trumpista» y por lo ocurrido en Alemania. Las principales formaciones se ven obligadas a tomar posiciones ante la nueva situación. El Partido Socialista, de la mano de Pedro Sánchez, lo mismo que sus satélites de izquierda, se han puesto radicalmente en contra de Trump y su política. Después del desastre de los socialdemócratas alemanes, el socialismo español es la anomalía europea, el último reducto. Los de Vox, encabezados por el aguerrido Santiago Abascal, henchidos de entusiasmo, se han puesto incondicionalmente del lado del «emperador» americano. Y el Partido Popular, dirigido por el gallego Alberto Núñez Feijóo, ha adoptado la prudente actitud de sus colegas europeos de mantener buenas relaciones institucionales, sin insultos, con el nuevo mandatario norteamericano, pero reafirmando el europeísmo y discrepando con firmeza de puntos importantes de su política internacional. El triunfo incuestionable de los democristianos en Alemania demuestra que el Partido Popular es la única barrera capaz de impedir la avalancha creciente de la extrema derecha.

Hay aspectos de la nueva política norteamericana, como el rechazo al «wokismo» y el freno a la inmigración incontrolada y al ecologismo radical, que pueden ser compartidos sin mucho esfuerzo por populares y «boxistas», pero, en general, la posición del PP en relación con la política que quiere imponer Trump al mundo está más cerca del PSOE que de Vox. Por eso se antoja una gran torpeza, además de una falsedad, el empeño «sanchista» en meter en el mismo saco a Feijóo y Abascal. En realidad, el éxito del «trumpismo», recibido con euforia por la ultraderecha y con cautela crítica por la derecha, está abriendo más la brecha entre ambas formaciones, hasta el punto de que puede poner en riesgo la alternancia en España.

El envalentonamiento de Abascal al lado de Trump y el éxtasis que le produjo el falso oráculo de Elon Musk de que Vox va a ganar las próximas elecciones no pueden ocultar las contradicciones que afectan de lleno al futuro de su partido, donde aumentan las voces críticas. ¿Qué pensarán sus votantes de los aranceles de su amigo americano a los productos del campo español, como el vino y el aceite? ¿Cómo justificará ante esos mismos votantes su alianza con Trump y el húngaro Orbán a favor de Putin contra el ucraniano Zelenski? ¿Seguirá siendo Abascal el guardián de la unidad de España mientras contempla impasible la invasión y el despedazamiento de Ucrania? ¿Qué tiene que ver su europeísmo con Trump y Putin campando por sus respetos? Debería ser el momento de mirarse en el espejo.