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País Vasco

Una sevillana revela cómo consiguió aprobar el C1 de euskera: “Ha sido el mayor logro de mi vida”

María Eche, una joven profesora andaluza, cuenta cómo pasó de no saber nada de euskera a obtener el nivel C1 tras años de esfuerzo, estudio y amor por la cultura vasca

Una sevillana revela cómo consiguió aprobar el C1 de euskera: “Ha sido el mayor logro de mi vida” Pixabay

Cuando María Eche, nacida en Sevilla y criada bajo el sol del sur, decidió que quería trabajar como profesora en el País Vasco, no imaginaba que ese sueño le llevaría a enfrentarse a uno de los mayores retos de su vida: aprender euskera desde cero hasta alcanzar el nivel C1, también conocido como EGA. Lo consiguió tras varios años de estudio intensivo, una profunda conexión cultural y el apoyo constante de sus seres queridos. La profesora comparte su historia en redes sociales.

“Cuando vi la nota, me puse a llorar. Nunca había llorado por un examen, pero este significaba demasiado para mí”, confiesa en su vídeo, que se ha hecho viral en TikTok. No es para menos: en sólo tres años, María pasó de conocer apenas unas cuantas palabras aprendidas en veranos familiares en Urdaibai, a dominar uno de los idiomas más complejos de Europa.

Un vínculo que empezó con la música

Aunque criada en Andalucía, María veraneaba desde niña en un pueblo de la comarca vizcaína de Urdaibai, donde su familia tiene raíces. Allí nació su primer contacto con la cultura vasca: las romerías, las amistades estivales y, especialmente, las canciones. “Me aprendía las letras sin entender nada. Me encantaban, me emocionaban”, explica. Esa conexión emocional fue el germen de lo que, años después, se convertiría en una firme decisión: mudarse al País Vasco y empezar desde cero con el idioma.

Recién graduada en Magisterio, María se trasladó al norte con un objetivo claro: poder ejercer como maestra en un sistema educativo donde el dominio del euskera es, en muchos casos, requisito imprescindible. Se matriculó en un euskaltegi, el centro especializado en la enseñanza del euskera, y comenzó por el nivel A1. Las clases, que combinaban gramática, vocabulario y dinámicas lúdicas, le resultaron tan estimulantes como eficaces.

“Iba cuatro días a la semana, dos horas y media al día. Era muy intenso, pero me lo pasaba genial. Sentí que los primeros años me dieron una base muy sólida”, relata. En apenas dos cursos académicos, superó los niveles A1, A2 y B1. Fue entonces cuando llegó el salto de dificultad: el nivel B2, que cursó en Guernica antes de trasladarse a Bilbao.

Allí, ya trabajando como profesora, cambió de centro y se apuntó a la Escuela Oficial de Idiomas. Entre horarios ajustados y una vida laboral exigente, compaginó sus estudios con múltiples recursos: escuchar música en euskera, seguir cuentas en Instagram, leer textos sencillos... Todo sumaba.

Un reto mayúsculo: el C1

El nivel C1, exigente tanto en expresión escrita como oral, le supuso un auténtico desafío. “Tenía pesadillas con el Ahozko Azterketa (examen oral). Me generaba muchísima ansiedad, porque hablar no me resulta tan natural como escribir”, confiesa. Además, el “euskera batua” que había aprendido en clase contrastaba con las variantes dialectales que escuchaba a diario en su entorno en Guernica.

Pese a todo, María no se rindió. Con determinación, repitió curso tras un parón profesional, redobló esfuerzos, y finalmente, en junio de 2024, obtuvo su merecido título C1. “Ha sido el mayor logro de mi vida, sin ninguna duda”, afirma emocionada.

María insiste en que nada de esto habría sido posible sin el respaldo constante de sus profesores, compañeros, amistades y, en especial, de su familia y su pareja. “Mi novio es vasco y me ha ayudado muchísimo. Siempre he tenido a alguien que me animara cuando pensaba en tirar la toalla”.

Actualmente, María ha regresado temporalmente a Andalucía por motivos laborales, pero ya planea su vuelta definitiva a Euskadi en septiembre. Mientras tanto, se esfuerza por mantener el idioma vivo. “Sé que se me ha olvidado más de lo que me gustaría, pero "poliki poliki", lo recuperaré”, dice, con una sonrisa que revela orgullo y cariño por todo lo aprendido.

Su historia no sólo demuestra que aprender euskera siendo adulto y sin base previa es posible, sino que la motivación, el entorno y el amor por una cultura pueden ser motores poderosísimos. Como ella misma resume: “No hablo euskera con acento andaluz, pero lo hablo con mucho corazón”.