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El Papa Francisco pide defender a la Iglesia de los ataques

En las palabras del Pontífice hay una petición de perdón por los errores cometidos, como en los casos de pederastia, pero también una condena a quienes han aprovechado esta cuestión.

El Papa Francisco durante el Sínodo de los Obispos
El Papa Francisco durante el Sínodo de los Obisposlarazon

En las palabras del Pontífice hay una petición de perdón por los errores cometidos, como en los casos de pederastia, pero también una condena a quienes han aprovechado esta cuestión.

La Iglesia universal puesta en pie para aplaudir al Papa. La ovación cerrada que le dieron los padres sinodales, participantes del Sínodo de los Obispos sobre la juventud, al Pontífice tuvo un mensaje extremadamente simbólico. Si esta asamblea comenzó con una llamada a la unidad por parte de Francisco en un momento especialmente delicado tras las críticas de un sector ultraconservador que ha llegado a pedir su dimisión, la clausura fue una forma de querer cerrar toda herida abierta. «Los grandes acusadores han querido ensuciar nuestra madre Iglesia», dijo Bergoglio, que añadió que «es el momento de defender a nuestra madre».

El discurso, pronunciado en el aula Pablo VI, en la que se han desarrollado estas tres semanas de debates del Sínodo, fue tan improvisado como emotivo. Se esperaba el documento final que los obispos votaron durante la tarde, pero la conclusión a este encuentro de la Iglesia universal no lo protagonizó un texto, sino el Papa con sus palabras, que no estaban escritas en ninguna parte. El Pontífice argentino quiso referirse a los suyos sin mensajes pasados por ningún filtro, desde lo más sincero de sí mismo. Y en su apelación sonó una llamada para no dejar de remar en la misma barca.

«A causa de nuestros pecados el gran acusador se aprovecha. En este momento nos está acusando fuerte, hasta el punto de que las acusaciones se convierten en persecución», pronunció. En sus palabras había una petición de perdón por los errores cometidos, como en los casos de pederastia de los últimos tiempos. Pero también una condena a quienes han aprovechado esta cuestión, como en la carta del ex nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, en la que acusaba al propio Francisco de encubrirlos y pedía su renuncia.

«Por desgracia, el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, por lo que la Iglesia en su conjunto debe cumplir una decisión inmediata y radical de cambio de perspectiva», recoge el texto final, que fue difundido a última hora de ayer. Se esperaba que los casos de pederastia ocuparan un lugar importante en el documento aprobado por los obispos y así fue. En la votación final, 43 de los 268 padres sinodales no quisieron participar. Las conclusiones fueron aprobadas, sin embargo, por 191 de los participantes.

Había expectación también por comprobar si el documento final recogería por primera vez el término LGTB, que finalmente no se pudo encontrar entre los 167 párrafos de los que consta el texto. «Existen ya en muchas de nuestras comunidades cristianas caminos de acompañamiento en la fe de personas homosexuales. El Sínodo pide favorecer estos recorridos, en los que las personas son ayudadas a leer su propia historia y adherirse con libertad y responsabilidad a la propia llamada bautismal», se puede leer a cambio.

Otro de los elementos que habían suscitado interés era el papel de la mujer en la Iglesia. «Emerge entre nuestros jóvenes la petición de que haya un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia», reconocen los padres sinodales. Su aportación se centra en una forma de «hacer a todos conscientes de la urgencia de un cambio ineludible, a partir de la reflexión antropológica y teológica sobre la reciprocidad entre hombres y mujeres».

Ninguno de estos aspectos acaparan, no obstante, las conclusiones del Sínodo, como ya habían anticipado los padres sinodales. Estos insistieron en que el objetivo último era hablar de las preocupaciones de los jóvenes y su implicación en la Iglesia. Las conclusiones se centran en la vocación de los jóvenes y en su camino hacia la santidad. «El resultado del Sínodo no es un documento, estamos llenos de papeles», afirmó el Papa. «No sé si este texto servirá para algo fuera, pero sí sé que debe servir para nosotros, para toda la Iglesia, que es la destinataria final del mensaje», añadió.

Bergoglio confesó que no se trató de un trabajo fácil, que se pasó «de un texto mártir a una comisión mártir», que tuvo que aprobar las discusiones elaboradas durante las tres últimas semanas «con mucho esfuerzo y mucha paciencia». El Papa quiso resaltar que «el Sínodo no es un Parlamento, sino un espacio protegido para que el espíritu santo pueda actuar» y agradeció a los jóvenes que «trajeron su música al aula».

El cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, se sumó a los agradecimientos y a la llamada a la unidad. Mientras, el cardenal Louis Raphael I Sako, jefe del Sínodo de la Iglesia caldea, utilizó un dicho árabe para manifestar su agradecimiento. «El árbol fructífero es golpeado con piedras. Vaya adelante con valentía y confianza. La barca de Pedro no es como el resto de barcas, ya que a pesar de las olas se mantiene firme, ya que Jesús no nos dejará nunca», manifestó, ante el respaldo entusiasta de los padres sinodales. El cardenal iraquí añadió ante el Pontífice: «Con usted los desafíos y las diferencias se superan con la fe, la oración, la misericordia, la sinceridad y la firmeza». Francisco se felicitó por el gesto y quiso que esta reunión con toda la jerarquía eclesiástica se convirtiera en el fin de las divisiones que han aflorado en los últimos tiempos.