Portugal

La sobrina de los pastorcitos de Fátima: «Mi familia no es digna del don que Dios nos dio»

Jacinta Marto recuerda cómo su padre estuvo con los niños en una de las apariciones.

Jacinta Marto
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Jacinta Marto recuerda cómo su padre estuvo con los niños en una de las apariciones.

Aparentemente eran una familia normal, pero siendo tan solo unos niños la vida les cambió de manera radical después de ser testigos de la aparición de la Virgen. Los conocidos como pastorcitos de Fátima, Jacinta y Francisco Marto, serán canonizados por el Papa Francisco el próximo sábado. El Papa acude para celebrar el centenario del conjunto de apariciones marianas más importantes de la historia.

Jacinta Marto es sobrina de los dos futuros santos, vive todavía en Fátima, y reconoce que «no somos dignos del don que Dios nos dio».

Jacinta, a sus 74 años, sonríe cuando recuerda a su familia y todo lo que les rodea. No puede evitar que le invada la nostalgia, consciente de que su familia, lo quieran o no, es especial y esta semana se convierte en el centro de atención de todo el mundo. «Toda la familia, mis abuelos y mis padres, todos nosotros, siempre lo hemos aceptado como un don de Dios. Dios escogió a mis tíos porque así lo quiso. Tanto, que mi abuelo decía que la Virgen quería venir a Fátima y había escogido a sus hijos, pero que nosotros no merecíamos nada. Por lo tanto, nosotros siempre lo hemos vivido con mucha sencillez porque Dios ha escogido y escoge a quién quiere. Nosotros no merecemos nada», declara.

A la sobrina de los futuros santos la conocen en Fátima, aunque ella no se deja ver mucho. Es humilde y no alardea de lo que aconteció en su familia hace ahora cien años. «Mi padre João era dos años mayor que Francisco y tuvo también el privilegio de estar en la aparición de Valinhos (está situado en los alrededores del Santuario y fue el cuarto lugar en el que se apareció la Virgen, el 19 de agosto de 1917), después de que ellos estuvieran en la aparición de Vila Nova de Ourém», rememora Jacinta.

Pero, «mi padre no vio nada», reconoce con cierta tristeza. «Estaban solamente Francisco, Jacinta junto a Lucía y mi padre, pero él decía que por más que abrió los ojos y miró, no vio nada».

Al echar la vista atrás, Jacinta recuerda que sus abuelos (padres de Jacinta y Francisco) «no entendían las cosas». En aquel entonces «pensaban que sus hijos eran un poco diferentes a los demás, pero no sabían exactamente de qué forma», no obstante, apunta, «mi abuelo siempre creyó».

«Jacinta fue la primera en decir que Nuestra Señora se había aparecido y cuando le preguntaban a mi abuela por el tema siempre respondía: ‘‘Mis hijos no son mentirosos, yo los he educado, por lo tanto, si dicen que la vieron, yo creo que sí la vieron’’». A pesar de que su abuelo nunca vio a la Virgen, su nieta Jacinta recuerda que «estuvo en algunas de las apariciones y aunque decía que no veía nada, sí se percataba de que algo sucedía». «Él decía que escuchaba un sonido, como de una abeja dentro de un cántaro, de un recipiente. Pero el milagro del sol él sí lo vio. Así que, si ya creía antes, siguió creyendo».

Jacinta se refiere a lo que ocurrió después de la última aparición de la Virgen María a los pastorcitos: se pudo ver al sol temblar en una especie de «danza», según relataron miles de personas que presenciaron este hecho sobrenatural.

A día de hoy, la sobrina de los dos pastorcitos de Fátima se muestra convencida de que «Jacinta y mi tío me protegen». «No soy nadie, soy pecadora como todo el mundo, pero creo que me protegen, siento que me protegen y Nuestra Señora también». Pocos días antes de la canonización, la familiar de los dos ya casi santos afirma: «Siento una alegría muy grande, como es natural, pero esta fiesta no es sólo de la familia, es de Portugal y del mundo entero, porque Nuestra Señora vino para el mundo. Y ellos son un mensaje para el mundo».

Jacinta aprovecha para recordar el verdadero sentido de la historia de los pastorcitos de Fátima: orar por la paz. Por ello asegura que «el mensaje de Fátima nos hace pensar que la Virgen ha venido para que nos volvamos hacia Dios, para que no olvidemos que Dios nos ama, pero que tenemos que alabarlo y debemos ser agradecido con Él».

«La Virgen no pidió muchas cosas que no podamos hacer. Ella pidió que se rece el Rosario. Y Nuestra Señora había pedido rezarlo porque era una oración fácil, para todo el mundo ya que se puede rezar en la iglesia, caminando, en auto, en cualquier lugar hay posibilidad de rezar el rosario», expresa con una sonrisa.