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Las trabas que superó Bergoglio para ser Papa

Mentiras sobre su salud, cenas secretas y un gesto altruista dibujan la intrahistoria del cónclave en el que salió elegido

Fumata blanca saliendo de la chimenea de la Capilla Sixtina tras la elección de Bergoglio como Pontífice
Fumata blanca saliendo de la chimenea de la Capilla Sixtina tras la elección de Bergoglio como Pontíficelarazon

Mentiras sobre su salud, cenas secretas y un gesto altruista dibujan la intrahistoria del cónclave en el que salió elegido.

La elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa es la historia de una remontada. Corrían tiempos muy agitados en la Iglesia con la renuncia de Benedicto XVI y los italianos, siempre hábiles en el arte de la diplomacia, se disponían a recuperar el trono de San Pedro. Juan Pablo II rompió con una tradición del siglo XVI, por la que todos los pontífices desde entonces habían nacido en este país. De modo que el arzobispo de Milán, Angelo Scola, se perfilaba como el favorito para tomar las riendas de una institución en pleno cataclismo. En la primera votación del último cónclave, Scola se situó en primer lugar con 30 votos, seguido de un argentino, un tal Bergoglio, que obtuvo 26. La carrera quedó entonces en un cara a cara, en el que terminaría saltando la sorpresa.

Al día siguiente, en una nueva ronda, el equilibrio de fuerzas ya se había dado la vuelta. Lo que ocurrió en aquellos días, cenas secretas, «fake news» y el gesto altruista del cardenal Scola, lo cuenta ahora el periodista irlandés Gerard O’Conell, corresponsal en el Vaticano de la revista «America Magazine», que acaba de publicar el libro «La elección del Papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la historia». Cuenta O’Conell que una mayoría del Consejo Cardenalicio empezó a dudar de los italianos, ya que muchos de ellos estaban implicados en el escándalo conocido como Vatileaks. Bergoglio, que siempre afirma que llegó a Roma con una maleta de mano y en el que pocos pensaban como futuro Papa, habría empezado a convencer a los electores tras un brillante discurso en la Capilla Sixtina.

Las siguientes votaciones siguieron inclinando la balanza a favor del jesuita. Sin embargo, entre sus opositores se mantenía un núcleo de cardenales italianos favorables a Scola. Fue en esos días cuando comenzó a circular el rumor de que a Bergoglio le faltaba un pulmón. De hecho, según el libro, el español Santos Abril y Castelló se reunió directamente con el argentino para comprobar si era o no verdad. La respuesta del arzobispo de Buenos Aires fue que con 21 años pasó por una intervención quirúrgica y que simplemente le extirparon un pequeño lóbulo superior del pulmón derecho. También se empezó a hablar de vínculos entre el cardenal argentino y la dictadura militar de Videla.

Las resistencias siempre han existido en el Vaticano, pero la suerte ya estaba echada. La diferencia en las votaciones –en la que es necesaria una mayoría de dos tercios– se iba ensanchando, hasta que finalmente Scola tiró la toalla. El 13 de marzo les indicó a los suyos que votaran por Bergoglio. En la quinta ronda salió su nombre y el argentino fue rápidamente a abrazarse con su rival. Comenzó así el papado de Francisco, el Pontífice que dijo llegar «del fin del mundo». Lo que no aclara el libro de O’Conell –publicado desde hace una semana en inglés– es si aquel grupo contrario al candidato pequeño sirvió de caldo de cultivo para los actuales opositores.