XX aniversario
Enfermeras: profesionales de la salud al servicio de la sociedad
«Necesitamos un modelo sociosanitario que empiece por fortalecer la atención primaria y comunitaria»
La profesión enfermera se ha visto en la obligación de mostrar ante la sociedad y las administraciones la grave situación de abandono y precariedad que arrastra desde hace lustros y que es absolutamente incompatible con la responsabilidad que tenemos como profesionales del cuidado. Miles de enfermeras y enfermeros de toda España han hablado con una sola voz y han hecho suya la de los 47 millones de personas que tienen el derecho y la necesidad de que las administraciones pongan a su disposición los medios y recursos necesarios que garanticen su calidad de vida.
En esto estamos todos de acuerdo por una razón: la necesidad de cuidar es universal. Ello implica estar capacitados y habilitados para responder a las necesidades del conjunto, y, al mismo tiempo, las necesidades de cada persona y su entorno familiar, social, laboral, cultural e incluso, afectivo. Hablamos de un cuidado integral sociosanitario, tanto en el plano físico como en el de su salud mental.
Sin embargo, y a pesar de que la profesión enfermera cumple estos requisitos al 100%, su conocimiento y su esfuerzo se tiende a dejar en un segundo plano porque se confunde Ciencia y preparación, con mera vocación. Porque estamos acostumbrados a que «la enfermera está ahí». Todo este proceso acaba en la explotación de unos profesionales que no bajan la guardia ni un momento, con independencia de las condiciones del momento.
Es evidente, por tanto, que esta combinación –la de vocación con explotación– es la peor solución posible. Porque fiar algo tan sumamente trascendente, como son los cuidados, a decisiones mercantilistas o a cálculos políticos, detrayendo derechos a la profesión mayoritaria del sistema sanitario, constituye un gran error, que puede degenerar en lo que ya estamos viendo: fuga de profesionales a otros lugares o abandono de la profesión por sobreexplotación. Precisamente cuando la sociedad requiere de más profesionales de los cuidados, puesto que cada vez vivimos más años y, por tanto, la necesidad de recibir cuidados profesionales es cada vez mayor, más intensa y continuada en el tiempo de vida de cada persona, es cuando menos nos podemos permitir perderlos por la merma en sus condiciones laborales.
Así pues, hemos entrado en un «bucle envenenado». Los profesionales de Enfermería no están adecuadamente reconocidos ni cuidados en ningún ámbito, hasta el punto de que hemos sido invisibilizados, se nos han limitado derechos y nuestro conocimiento científico sigue infrautilizado. Al mismo tiempo, nuestro sistema sanitario no podría sostenerse, ni ser concebido, sin la profesión de los cuidados. Porque, además de la falta de medios y recursos de los que disponemos a todos los niveles, aún estamos condicionados por la preeminencia del modelo biomédico y hospitalocentrista pensado para una Sanidad de agudos, cuando lo que necesitamos es un modelo que responda a las necesidades sanitarias y sociales de las personas y hacerlo con una visión a corto y largo plazo. Necesitamos un modelo sociosanitario que empiece por fortalecer la Atención Primaria y Comunitaria donde Enfermería es la clave.
Por lo tanto, un modelo de sociedad como el nuestro debe apostar por la profesión enfermera por muchas razones, aunque me voy a ceñir a las más evidentes. Una sociedad que cuenta con una ratio/enfermera acorde con sus necesidades reales mejora la calidad de vida de todas las personas, tanto si su salud está comprometida como si no. Contar con los recursos y medios que fortalezcan la profesión de los cuidados contribuye a que la sociedad posea una mejor salud y mayor bienestar y calidad de vida, y que su sistema sanitario sea sostenible. De otro modo, estaremos contraviniendo uno de los mandatos de la OMS: que la cobertura sanitaria sea universal y que cumpla con unos objetivos de salud que sean iguales y accesibles para todos por igual.
El cuidado de los ciudadanos requiere que quienes toman decisiones se tomen en serio las necesidades que la profesión enfermera pone sobre la mesa. Solo así estaremos en condiciones de garantizar un sistema sanitario seguro, eficiente, excelente y de calidad, preparado para los retos que debamos afrontar. Es ineludible que las políticas sociosanitarias incorporen la visión enfermera porque su conocimiento, basado en la evidencia científica desde el punto de vista clínico y humano, es garantía de éxito.
Esta es una realidad en países donde las enfermeras y enfermeros desarrollan su profesión y donde su nivel competencial y de responsabilidad es ampliamente reconocido, a todos los niveles y en todos los ámbitos. Sin embargo, en nuestro país no ocurre lo mismo. Que toda una profesión se ponga de acuerdo para reclamar lo mismo no es fruto de la casualidad. Es preciso garantizar el reconocimiento y mejorar la situación actual de las enfermeras y enfermeros, su desarrollo y carrera profesional en unas condiciones laborales y profesionales dignas, acorde con su conocimiento científico, su nivel competencial y su alta responsabilidad, porque estos tres factores impactan directamente en la salud y bienestar de toda la sociedad.
Un país que reconoce y dignifica a sus enfermeras es un país que está haciendo camino hacia el bienestar y la calidad de vida. A esto se llama progreso.
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