Salud

La legislación sobre el radón llega con retraso y es insuficiente

La trasposición de la directiva europea sobre este gas, segunda causa de cáncer de pulmón tras el tabaco, tarda casi nueve años

Zonas de riesgo de radón
Zonas de riesgo de radónMiguel Roselló

La mitad de las muertes por cáncer en el mundo se deben a factores de riesgo evitables. Entre aquellos que más impactan en este hecho destacan el tabaco, el alcohol, el sol o la obesidad. Pero otro a prevenir es la exposición al radón, un tipo de gas presente en la naturaleza que puede provocar cáncer de pulmón.

De hecho, es la segunda causa de este tumor después del tabaco, incluso en personas que nunca han fumado. La OMS calcula que entre un 3% y un 14% de las muertes por cáncer de pulmón están relacionadas con el radón. Eso supone que aquí, entre 800 y 1.500 y personas mueren cada año por este tumor debido a la exposición a este gas radioactivo.

España era, hasta ahora, el único país de la Unión Europea que aún no había traspuesto la directiva comunitaria, publicada en diciembre de 2013, que obliga a todos los estados miembros a medirlo y controlarlo en viviendas, colegios, edificios públicos, lugares de trabajo, etc. El plazo límite para hacerlo venció en febrero de 2018. Finalmente, cuatro años y diez meses después de la fecha límite, el Gobierno español publicaba el Real Decreto 1029/2022 de 20 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento sobre protección de la salud contra los riesgos derivados de la exposición a radiaciones ionizantes, incluido el radón.

Este Real Decreto supone una trasposición solo parcial de la Directiva, puesto que en ella también se obliga a los estados miembros a diseñar un Plan Nacional contra el Radón en el que se establezcan medidas concretas de protección de los ciudadanos. Sin embargo, «aún no se conoce fecha estimada para la publicación del mencionado plan nacional, ni tan siquiera un borrador», como denuncia José Miguel Rodríguez, responsable del programa Vivesinradon.org del Instituto para la Salud Geoambiental.

Además, la nueva reglamentación que define las bases genéricas que guiarán la protección frente a este gas, establece un límite máximo de exposición de 300 Bq/m3 (becquerelios por metro cúbico), frente al nivel oficial contemplado hasta ahora en España de 600 Bq/m3. «A pesar de que la exposición al radón es un riesgo muy conocido y que la recomendación de la OMS es que los países establezcan un nivel de referencia de 100 Bq/m3, en España, tanto esta normativa como la del Código Técnico de la Edificación, arrancan con el nivel más alto que permite la directiva, que son 300 Bq/m3. Las consecuencias las recoge la propia OMS en su Manual sobre el radón en interiores, según el cual el riesgo de sufrir cáncer de pulmón aumenta un 16% por cada 100 Bq/m3 de incremento en el valor habitual o a largo plazo de la concentración de radón en la vivienda», explica Rodríguez.

Por eso, para algunos expertos este nivel de protección resulta insuficiente, puesto que países como Irlanda, Canadá o Estados Unidos han establecido su referencia en 200 Bq/m3, y la OMS recomienda como referencia los 100 Bq/m3. «Nos parece inaceptable que se haya optado por el nivel más alto que permite la Directiva. Si a esto añadimos el retraso en legislar, las diferencias con otros países de la Unión Europea hacen visibles nuestras carencias», lamenta el experto quien, además, puntualiza que esta normativa es solo un primer paso y aún queda por ver qué medidas y acciones concretas se incluirán en el Plan Nacional contra el Radón que establezca el Ministerio de Sanidad.

¿Dónde está?

El radón se produce de forma natural en el subsuelo, principalmente en zonas graníticas, desde donde se filtra a la atmósfera a través de pequeñas grietas del terreno. Amplias regiones de España tienen esta problemática debido a su composición geológica, como Galicia, Extremadura o las sierras de Guadarrama y Gredos, en las comunidades de Madrid y Castilla y León. (Ver gráfico)

Una vez que aflora a la atmósfera, se diluye en el aire y no representa ningún riesgo, pero cuando se filtra al interior de los inmuebles, bien por la porosidad de los materiales o a través de pequeñas grietas en sótanos y cimientos, se acumula en concentraciones considerables, poniendo en peligro la salud de las personas que allí viven o trabajan.

Y, ¿cómo se puede sospechar de que un hogar está afectado por este gas? Lo primero que se debe hacer es averiguar si vive en una zona de riesgo. Para ello se pueden consultar los mapas de radón publicados en vivesinradon.org o en la web del Consejo de Seguridad Nuclear, o consultando a su ayuntamiento. Si vive en una zona de riesgo, el siguiente paso sería realizar una medida acreditada ISO 17025. Este tipo de medida se hace mediante unos detectores de trazas nucleares, que se dejan en la vivienda por un periodo mínimo de tres meses, preferentemente en periodo invernal pues este gas fluctúa y es más abundante en invierno que en verano.