Salud y bienestar
Aditi Nerurkar, médica de Harvard: "La gratitud puede reprogramar tu mente en 60 segundos"
En un mundo saturado de malas noticias y estrés constante, la experta explica que basta un minuto al día de gratitud consciente para cambiar el foco del cerebro, reducir la carga mental y mejorar el estado de ánimo
La conversación con Mel Robbins parte de una idea sencilla, pero incómoda: gran parte de nuestro malestar diario no viene solo de lo que nos pasa, sino de en qué se fija nuestro cerebro. La médica Aditi Nerurkar, recuerda que, por puro instinto de supervivencia, la mente tiende a quedarse enganchada a lo negativo: los problemas, los errores, las amenazas. Es lo que ella describe como ese "pegamento" mental que hace que lo malo se adhiera como velcro.
Frente a eso, la gratitud no es -insiste- un "pensemos en positivo" ingenuo, sino una técnica de entrenamiento mental muy concreta. Cuando cada día te obligas a registrar por escrito algo bueno que te ha ocurrido, aunque sea pequeño, estás enseñando al cerebro a dejar de escanear solo peligros y a prestar atención también a lo que funciona.
Cómo usar la gratitud para entrenar el cerebro, según la doctora Nerurkar
Nerurkar explica que una práctica de gratitud diaria puede hacerse en apenas 60 segundos: "Escribir o pensar de forma deliberada en tres cosas concretas por las que te sientes agradecido ese día. Desde la ciencia se conoce como una forma de re-encuadre cognitivo, es decir, cambiar el marco desde el que interpretas tu realidad".
Según la experta, cuando estamos bajo estrés, el cerebro se queda atrapado en modo alerta y solo registra lo que no va bien. La gratitud funciona como un pequeño interruptor: los hechos negativos siguen ahí, pero dejan de ocupar todo el espacio mental; lo positivo empieza a tener peso y las experiencias difíciles resbalan más y se quedan menos tiempo en nuestro cerebro.
En el podcast, Nerurkar cita estudios que muestran que a los 30, 60 y 90 días de practicar este tipo de ejercicio se observan mejoras en el ánimo, menos estrés y burnout, y mejor calidad de sueño. También apunta a un efecto extra: la gratitud diaria baja el volumen del "crítico interno", esa voz que juzga y castiga todo lo que hacemos.
Lo que propone, no es hacer grandes rituales ni comprar cuadernos especiales, sino introducir un gesto mínimo, pero constante: anotar cada noche tres cosas que han ido bien, o escribir una carta de agradecimiento (aunque nunca la envíes), o mandar un mensaje a alguien para decirle, de forma específica, por qué le aprecias.
Son acciones pequeñas, pero repetidas en el tiempo, que van cambiando poco a poco la configuración mental. Para Nerurkar, en una época en la que la negatividad parece la norma, la gratitud se convierte casi en un acto de rebeldía: una manera de recuperar control sobre lo que dejamos entrar en nuestra cabeza y sobre cómo queremos sentirnos en nuestro día a día.