Frutas
Así debes conservar el melón y la sandía para que no se estropeen rápido ni pierdan su sabor
Una correcta conservación de estas frutas veraniegas es clave para mantener su frescura, sabor y textura durante más días
Con la llegada del calor, el melón y la sandía se convierten en dos de los grandes protagonistas de la temporada. Su alto contenido en agua, su dulzor natural y su poder refrescante hacen de estas frutas una elección recurrente tanto para el postre como para el picoteo a cualquier hora del día. Sin embargo, una vez abiertas, su conservación puede suponer un reto: su tamaño, la pulpa expuesta al aire y su elevado contenido en agua las hacen especialmente sensibles al deterioro.
Saber cómo almacenarlas correctamente es fundamental para evitar desperdicios y seguir disfrutando de su sabor y textura durante más tiempo. Tanto si están enteras como si ya han sido cortadas, pequeños gestos pueden marcar una gran diferencia.
1. Frutas enteras: mejor fuera de la nevera (al principio)
Una de las dudas más comunes es si el melón y la sandía deben conservarse en la nevera incluso antes de abrirse. La respuesta es no, al menos en un primer momento. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), mantener estas frutas enteras a temperatura ambiente favorece su proceso natural de maduración y preserva mejor su sabor dulce.
Lo ideal es dejarlas en un lugar fresco, seco y alejado de la luz directa, como una despensa ventilada. El único momento en el que se recomienda refrigerarlas es un par de horas antes de servirlas, para que estén frescas sin que el frío afecte negativamente a su dulzor.
2. Una vez abiertas: proteger y refrigerar
El escenario cambia una vez que se ha realizado el primer corte. Desde ese momento, el contacto con el aire y otros elementos del frigorífico puede provocar una pérdida rápida de frescura, además de facilitar la absorción de olores ajenos y acelerar la oxidación de la pulpa.
Para evitarlo, conviene cubrir bien la parte abierta. Una opción eficaz es envolver la superficie expuesta con film transparente, ajustándolo lo más posible a la fruta. Otra alternativa, más práctica aún, es colocarla boca abajo sobre un plato o recipiente, con la parte cortada en contacto directo con la superficie. De este modo, se conserva mejor la humedad y se reduce el riesgo de oxidación.
Cuando el melón o la sandía ya están troceados, lo mejor es guardarlos en recipientes herméticos o en bolsas de conservación con cierre zip. Esto ayuda a evitar la pérdida de agua, mantener la textura firme y proteger el sabor frente a otros alimentos del frigorífico.
Un truco más: no retirar las semillas demasiado pronto
En el caso del melón, dejar las semillas en su sitio hasta el momento de servir puede ser beneficioso. Estas ayudan a retener la humedad en la cavidad interior y retrasan el resecamiento de la pulpa. Retirarlas antes de tiempo puede acelerar la pérdida de jugosidad, especialmente si no se va a consumir toda la pieza de inmediato.
¿Qué temperatura es la adecuada?
Tanto el melón como la sandía troceados deben conservarse entre 2 y 5 grados en el frigorífico. Esta horquilla es la que garantiza una buena conservación sin comprometer el sabor ni la textura. En estas condiciones, la fruta puede mantenerse en buen estado durante unos tres o cuatro días.
Si el consumo no va a ser inmediato o se prevé que sobre una cantidad considerable, congelarla es una opción útil. Trozos de melón o sandía bien cortados y guardados en bolsas o recipientes aptos para congelación pueden servir posteriormente para preparar batidos, sorbetes caseros o incluso utilizarse como hielos naturales en bebidas, sin aguar el contenido.
Conservar adecuadamente estas frutas no solo es una cuestión de sabor, sino también de sostenibilidad. Evitar que el melón y la sandía se estropeen antes de tiempo ayuda a reducir el desperdicio alimentario y a aprovechar al máximo un producto que, además de refrescante, es nutritivo: bajo en calorías, rico en vitamina C y con propiedades antioxidantes.
Con algunos cuidados básicos (guardar en el lugar correcto, cubrir bien las superficies abiertas y controlar la temperatura) es posible disfrutar de estas frutas de verano con la misma intensidad desde el primer corte hasta el último bocado.