Alimentación
Si tomas así el café, apenas te hará efecto: el error que casi todo el mundo comete a diario
Retrasar la primera taza puede ser la clave para aprovechar de verdad la cafeína y evitar el bajón de media mañana que tantos damos por inevitable
El café forma parte de nuestra vida diaria de una manera tan natural que pocas veces cuestionamos cómo lo bebemos. Apenas abrimos los ojos, muchos ponemos en marcha la cafetera como si fuera un gesto automático: taza en mano, damos el primer sorbo y sentimos que ya podemos arrancar la jornada. Pero, ¿y si ese hábito tan arraigado estuviera reduciendo el verdadero potencial de la cafeína?
La ciencia lleva tiempo apuntando a que el cuándo es tan importante como el cuánto. Nuestro cuerpo tiene sus propios ritmos y el café, más que un despertador universal, es una herramienta que podemos aprender a sincronizar con ellos.
El cuerpo ya tiene su propio “café interno”
Al despertar, el organismo libera de forma natural un pico de cortisol, la hormona que actúa como un motor biológico: aumenta la presión arterial, nos mantiene en alerta y moviliza energía para ponernos en marcha. Ese “subidón” interno hace que, si añadimos cafeína justo en ese momento,el efecto extra sea limitado y de corta duración.
Lo que ocurre después es familiar para cualquiera: a media mañana, cuando el cortisol baja, llega el temido “bajón”. Una especie de resaca energética que nos empuja a buscar otra taza, más fuerte, más urgente.
Los expertos en cronobiología sugieren otra estrategia: esperar entre 60 y 90 minutos tras levantarse para tomar la primera taza. Así, la cafeína entra en juego justo cuando el cuerpo empieza a perder su energía natural, prolongando la sensación de alerta y suavizando los altibajos.
Cómo y cuándo debe ser tu primera taza de café
Cambiar la rutina no significa renunciar al placer del café, sino moverlo un poco en el tiempo. Los especialistas recomiendan hacerlo de forma gradual: retrasar cada día entre 15 y 20 minutos el momento del primer sorbo hasta llegar a esa franja ideal.
Mientras tanto, hay trucos sencillos para despertarse sin cafeína: beber un vaso de agua para rehidratarse, exponerse a la luz natural y moverse unos minutos. Si además desayunas, incluir proteínas y fibra ayuda a estabilizar la energía.
Quienes entrenan a primera horapueden usar una dosis reducida de cafeína como apoyo deportivo y reservar la taza principal para después, cuando el cuerpo realmente la agradece.
El café no solo importa al amanecer. Para mantener una energía estable durante el día, lo recomendable es espaciar la segunda taza al menos tres o cuatro horas después de la primera. Y, sobre todo, establecer un límite claro: no más cafeína seis a ocho horas antes de dormir.
De lo contrario, puede retrasar el inicio del sueño o fragmentar el descanso, incluso aunque creamos que “nos acostamos igual”. La solución para quienes disfrutan del ritual vespertino es sencilla: optar por descafeinado o por infusiones que no interfieran en la noche.
Beneficios del café, más allá del "despertador"
Pero el café no es solo química. También es cultura, costumbre y, para muchos, un pequeño placer diario. Durante la pandemia, con bares cerrados y oficinas vacías, se disparó la venta de cafeteras y cápsulas: el gesto de “ponerse un café” en casa sustituyó al clásico pedido en barra. Esa costumbre ha perdurado incluso ahora que la normalidad ha vuelto.
El mercado también ha evolucionado: cafés de especialidad, leches vegetales, cold brew o descafeinados cada vez más logrados. El café no es únicamente un empujón mañanero: es una bebida versátil que acompaña sobremesas, reuniones rápidas o incluso entrenamientos.
Más allá de ser un ritual social o la chispa que nos despierta cada mañana, el café esconde numerosos beneficios para la salud cuando se consume con moderación. Diversos estudios científicos han demostrado que su aporte de antioxidantes ayuda a combatir el envejecimiento celular y protege frente a enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, como el alzhéimer o el párkinson. Además, la cafeína mejora la concentración, la memoria a corto plazo y el rendimiento físico, al tiempo que puede favorecer el metabolismo y contribuir a una mayor quema de grasas.
Incluso se ha observado que quienes toman café de forma regular presentan un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Eso sí, la clave está en la dosis: entre dos y cuatro tazas al día suelen ser suficientes para aprovechar sus ventajas sin efectos secundarios como nerviosismo o insomnio.
Cambiar el momento de la primera taza puede parecer un detalle mínimo, pero marca la diferencia entre depender de cafés continuos o disfrutar de una energía más estable. El truco no está en beber menos café, sino en saber cuándo tomarlo para que cumpla con lo que le pedimos cada día: mantenernos despiertos, atentos y listos para todo lo que venga.