El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Cinco años después del estallido de la pandemia de Covid-19 y de la declaración del estado de alarma que confinó en sus domicilios a millones de ciudadanos, poco o nada se ha hecho de lo que se anunció que se iba a hacer en previsión de que la tragedia pudiera llegar a repetirse.

En este tiempo, España ha tenido cuatro ministros de Sanidad incluyendo a Salvador Illa, y el ínclito Fernando Simón sigue dentro del Ministerio, pero no ha habido ni rastro de la prometida Agencia de Salud Pública que nos iba a librar de todos los males, ni reserva estratégica conocida de materiales y fármacos críticos para hacer frente a otra posible pandemia sin riesgo de desabastecimientos, ni una red de profesionales en disposición de actuación inmediata, ni estrategia alguna de coordinación nacional de las unidades de cuidados intensivos, ni dotación reforzada de recursos humanos en atención primaria, ni muchas cosas más.

En realidad, queda todo por hacer de la hoja de ruta surgida a raíz de la dulcificada evaluación del desempeño del Sistema Nacional de Salud frente a la pandemia que realizaron cuatro expertos nombrados por el propio Gobierno, ni del llamado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, las recomendaciones de una comisión parlamentaria a la que se invitó al sector para mantenerle entretenido y hacerle creer que se le tenía en cuenta mientras el virus campaba a sus anchas por España. En líneas generales, las acciones prometidas que han llegado a desarrollarse son tan inexistentes como los expertos reales en los que decía apoyarse el Gobierno a la hora de tomar sus decisiones. Que Dios nos coja confesados si la gripe aviar se extiende a los humanos u otro virus azota al planeta.