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La detección precoz permite ralentizar la pérdida de audición
Es mejor que la merma de esta capacidad sea leve para adaptarse paulatinamente a los sonotones

En 25 años, una de cada diez personas en el mundo sufrirá una pérdida de audición discapacitante. En la actualidad, este deterioro auditivo afecta al 20% de la población a partir de los 60 años, al 30% entre los 65 y 70 años, y al 70% a partir de los 70, según la Comisión de Audiología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello.
La pérdida auditiva es un proceso irreversible en la mayoría de los casos. No oír bien hace que muchas personas se aíslen socialmente, lo que puede incrementar el riesgo de demencia.
«Es importante revisarse la audición porque, aunque no se pueda recuperar la capacidad perdida, detectar el deterioro de forma precoz permite ralentizarlo, adaptarse mejor y evitar consecuencias cognitivas, sociales y emocionales», afirma la doctora Adriana Agüero, especialista de la Unidad de Otorrinolaringología del Hospital Universitario General de Cataluña.
«La audición –prosigue– está muy ligada al lenguaje, la memoria y la vida social. No tratar una pérdida auditiva puede llevar a aislamiento, depresión e incluso deterioro cognitivo acelerado».
En este sentido, «la audición mantiene activo nuestro cerebro. Si se pierde esta capacidad, el cerebro redirige recursos, restando memoria y atención», recuerda.
«La detección temprana es clave. Muchos pacientes acuden cuando ya han normalizado la dificultad para seguir conversaciones o han subido el volumen sin pensar que es una alerta», añade.
Un oído privado de estímulo auditivo, empeora esta función, sobre todo la habilidad de reconocimiento verbal en silencio y en ruido.
Además, es importante la detección precoz, ya que el paciente necesita habituarse al uso de audífonos y es mejor empezar con una pérdida leve o moderada con unos audífonos capaces de soportar las progresivas modificaciones que puede ir sufriendo su capacidad auditiva que cuando la pérdida es moderada o grave.
Por eso ante la menor sospecha es importante revisarse la audición, se tenga la edad que se tenga, ya que cada vez perdemos antes capacidad auditiva.
«Factores como la exposición prolongada al ruido (conciertos, auriculares a volumen alto, tráfico, etc.) y ciertos estilos de vida están adelantando la edad de inicio de la pérdida auditiva. Cada vez se detectan más casos en personas menores de 50 años», recuerda la especialista.
De ahí que se recomiende una primera evaluación a los 50 años si no hay factores de riesgo, y antes si hay síntomas o antecedentes familiares. Luego, una revisión cada dos años si todo está bien, o anualmente si ya hay algún grado de pérdida auditiva.
Uno de los métodos diagnósticos más eficaces es la audiometría tonal, una prueba sencilla y no invasiva que mide la capacidad auditiva en diferentes frecuencias, tanto por vía aérea como ósea. «Nos permite conocer con precisión qué frecuencias se han visto afectadas y en qué grado, lo que resulta fundamental para decidir el tratamiento más adecuado», incide.
«Normalmente, se pierden primero los sonidos agudos (frecuencias altas), lo que dificulta entender el habla, aunque se escuchen los sonidos. Esta pérdida es típica en la presbiacusia (pérdida por envejecimiento)», detalla.
En algunos casos, estas pruebas se complementan con test como los de Weber o Rinne, que ayudan a distinguir entre una pérdida conductiva o neurosensorial. Además, cuando el paciente refiere síntomas como zumbidos persistentes (tinnitus), se realiza una evaluación exhaustiva que incluye una otoscopia para descartar obstrucciones o lesiones. «El tinnitus puede ser un signo temprano de daño coclear, pero también puede deberse a algo tan simple como un tapón de cera. Por eso es importante no restarle importancia y acudir al otorrino», incide la doctora Agüero.
Una vez detectada la pérdida auditiva, la solución depende del tipo de pérdida: quirúrgicas (para algunas patologías) y audífonos (la opción más común), apoyada en terapias de rehabilitación auditiva (para que el paciente reaprenda a interpretar sonidos).
Respecto a cuánto tiempo hay que llevarlos, la especialista incide en que «lo ideal es usarlos durante todo el tiempo en que la persona esté despierta y en ambientes con sonido, salvo excepciones (ducha, dormir, ejercicios de alto riesgo, etc.). No se recomienda estar largos periodos sin llevarlos salvo si hay molestias. Quitárselos con frecuencia interrumpe la adaptación cerebral».
Algo que desgraciadamente es muy común entre los mayores, a quienes la doctora recomienda «hacerse con modelos sencillos y cómodos, adaptados a su capacidad visual y motora».
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