
Opinión
Reconstrucción
Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS. Ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

He leído mucho sobre «fake news», hechos alternativos, bulos y noticias falsas. Términos empleados para referirse a las mentiras en la vida pública y política. Y una conclusión bastante extendida es que la desinformación tiene fuerza suficiente para desestabilizar una sociedad democrática.
Aun no nos hemos repuesto del hondo impacto y dolor de la tragedia por las inundaciones de la DANA y las redes sociales están llenas de bulos, que ahondan en el daño, desconsuelo y desconfianza. Desgraciadamente, también en este contexto de tragedia se han convertido en un peligroso vehículo de desinformación, al servicio de intereses económicos e ideológicos que alimentan el odio y polarizan la sociedad.
Pero las mentiras no solo corren por las redes, han traspasado a otros espacios que creíamos más seguros y confiables. Lo cierto es que sintiendo tanto sufrimiento e incluso rabia, como sentimos, es muy difícil poder diferenciar entre la realidad y la manipulación. Hay tantas mentiras que es difícil poder seguir el ritmo de lo que es verdad y lo que no… y al final no terminas creyendo nada. Ese es el objetivo, que se pierda la confianza en todo. Que ya no podamos sentirnos parte de nada.
Dice la filósofa Victoria Camps que la confianza es una virtud necesaria para la democracia y que sin ella no puede haber una democracia auténtica. Tiene razón, y por eso, esta metralla de mentiras que estamos recibiendo suma mayor miedo y desasosiego. La DANA se ha llevado muchas vidas, que dejan una desolación insoportable. Se han llevado los proyectos de vida de muchas personas que conozco. Se han llevado la vida que conocíamos en muchos pueblos. Ahora los vecinos y vecinas, los valencianos y valencianas, toda España trabajan en la reconstrucción.
Algunos de los daños son irreparables. El dolor insoportable. En esa reconstrucción vamos a tener que incluir, poco a poco, la confianza, porque el aparato de la desinformación tiene el objetivo de socavarla hacia nuestros congéneres y las instituciones, y es capaz de manipular nuestra opinión e influir en nuestra toma de decisiones basándolas en el miedo, o aun peor en el rencor; y con ello, erosionar la democracia.
En esa tarea de reconstrucción de lo tangible, y de lo intangible, ya han puesto un primer cimiento los vecinos ayudándose unos a otros, los voluntarios con su solidaridad, los ayuntamientos desde el minuto cero, Protección Civil y Bomberos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, el Ejercito, y muchos otros responsables que no han parado de hacer su labor y no se van a desviar del trabajo que tenemos por delante.
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