Cocina

Sanidad advierte de los riesgos de una práctica muy común en las cocinas de España

La reutilización excesiva del aceite genera compuestos tóxicos como aldehídos y acrilamida que aumentan el riesgo cardiovascular y la inflamación crónica

Sanidad advierte de los riesgos de una práctica muy común en las cocinas de España
Mezclar aceite nuevo con usado, en cambio, solo contamina el producto limpio y acelera su descomposiciónCanva

La costumbre de guardar el aceite de freír para el siguiente uso es casi un ritual en muchos hogares españoles, pero Sanidad ha lanzado una advertencia contundente: “Con esto no se juega”. Cada calentamiento degrada la grasa y origina sustancias nocivas que el cuerpo no procesa con facilidad, transformando un ingrediente básico de la dieta mediterránea en una fuente silenciosa de problemas de salud.

Cuando el aceite alcanza altas temperaturas sufre oxidación e hidrólisis, procesos que generan compuestos polares y aldehídos asociados con daño celular y toxicidad.

Si, además, se fríen alimentos ricos en almidón como las patatas, se forma acrilamida, un compuesto cuyos niveles se disparan cuando el aceite está degradado, convirtiendo la fritura en un plato potencialmente peligroso.

Señales inequívocas de que el aceite debe ir a la basura

El consumo repetido de aceite usado contribuye a la oxidación del colesterol LDL y favorece la inflamación crónica, factores vinculados a enfermedades cardiovasculares y otras patologías. Por ello, Sanidad insiste en que nunca debe reutilizarse más de tres veces y solo si no ha humeado ni presenta espuma, olor rancio o color muy oscuro, señales claras de que debe desecharse de inmediato.

Filtrar el aceite después de cada uso y elegir variedades con alto punto de humo, como el girasol alto oleico o el orujo de oliva, son prácticas básicas para alargar su vida útil. Mezclar aceite nuevo con usado, en cambio, solo contamina el producto limpio y acelera su descomposición, demostrando que en la cocina, y sobre todo en salud, “Con esto no se juega”.