Entrevista

Toni Burón: «Los radioligandos y las terapias de ARN revolucionarán la Medicina»

El director médico de Novartis para Europa, Toni Burón, avanza cómo serán algunos de los fármacos del futuro

Toni Buró, director médico de Novarti, en Barcelona
Toni Buró, director médico de Novartis, en BarcelonaJoan Mateu ParraJoan Mateu Parra

Toni Burón creció en los 80 en el barrio madrileño de Vicálvaro, una época dura de la que supo abstraerse para cumplir la vocación de ser médico. Sin renegar de sus raíces, está orgulloso de su camino, pues su trayectoria profesional siempre ha estado ligada a la industria farmacéutica con el sueño de «reescribir la Medicina desde dentro». Ahora cumple ese propósito cada día desde la posición de director médico de Novartis para Europa, una compañía a la que llegó hace tres años y en la que confiesa que se divierte y disfruta a partes iguales.

La filosofía de Novartis es la de «reimaginar la Medicina». ¿Cómo trabajan para lograrlo?

La compañía ha hecho un viaje muy interesante, pasando de ser un conglomerado de muchas prioridades sanitarias a focalizarse al 100% en innovación, donde se están resolviendo los problemas de la próxima década. Eso nos permite tener gente muy especializada en aquellas áreas que más sufrimiento producen.

¿Hay una receta mágica?

Pasa por ser los primeros en vislumbrar por dónde irá la Ciencia en los próximos diez años, pero no es fácil. No es una receta exacta, porque si no, lo estaría haciendo todo el mundo, y fallamos mucho, lo que significa que también arriesgamos mucho, pero creo que ahí está el secreto. Si tienes a alguien que respira, come y bebe ciencia en una determinada patología, cuando aparece algo disruptivo nos permite invertir lo antes posible en la plataforma y colaborar tanto con el entorno académico como tecnológico para desarrollar esas vías.

Están centrados en el desarrollo de medicamentos innovadores y para ello trabajan con cinco plataformas de investigación. ¿La superespecialización es el ingrediente esencial?

Sí. Para ofrecer fármacos de alto valor innovador, potenciamos cinco plataformas de investigación alrededor de nuevos enfoques terapéuticos: terapias químicas, que es la más típica basada en pequeñas moléculas; biológicas, centrada en grandes moléculas y que hace 20 años era muy novedosa, pero que ahora ya se ha convertido en algo normal; las de ARN, una técnica que se descubrió hace 70 años, pero que hasta ahora ese conocimiento no se había traducido en terapias capaces de curar; las génicas/celulares, con la que uno entra a modificar el «hardware» del individuo recodificando su ADN, y, por último, con radioligandos, es decir, la combinación de la radioterapia y los anticuerpos, lo que nos permite tener la capacidad de identificar células cancerígenas o de otro tipo gracias al anticuerpo y con la radiación la matas, sin tener que dañar todo lo que está a su alrededor. Hasta ahora se hacía de forma «casera» en algunos hospitales, pero el reto de Novartis es hacer accesible esa tecnología que hasta ahora era elitista a todos los pacientes que lo necesiten.

¿La apuesta absoluta por ese tipo de plataformas de investigación es algo pionero en el mundo farmacéutico?

Sí, desde luego somos los primeros en hacerlo a escala y que llegue al gran público. Fuimos la primera compañía que pusimos las CAR-T en marcha y también los primeros en abordar algunas enfermedades raras con ese nivel de intervención hasta ser capaces de curar. Ahora con los radioligandos somos la primera compañía que los lleva al gran público. Con el ARN, las vacunas de la Covid-19 pusieron esta tecnología en boca de todos, pero también somos pioneros en usar el ARN para intervenir en el metabolismo de la producción de proteínas para la gran población. Creo que Novartis es la primera compañía que tiene el coraje de meterse en algo así.

De esas plataformas, ¿cuál está resultando más prometedora desde el punto de vista médico?

Creo que la más ilusionante para la población general y para ser capaces de aumentar la esperanza de vida de la gente son las terapias de ARN y las de radioligandos, porque está todo por hacer. Es como si estuviéramos en la edad de piedra de estas dos tecnologías.

¿Por qué son tan disruptivas?

El ARN es el puente entre el ADN y la síntesis de proteínas y si tú eres capaz de intervenir en esa cadena, tienes el mando a distancia de cómo funciona cualquier célula. Y los radioligandos son algo parecido. Las oportunidades que se abren si somos capaces de combinar un anticuerpo que detecta la célula dañina con un metal que produce una radiación capaz de matarla es espectacular.

Han copado titulares gracias a su terapia de ARN capaz de reducir el colesterol «malo» con dos inyecciones al año. ¿Por qué es tan revolucionario?

Porque es el primer y único tratamiento de su clase y llega para abordar la enfermedad cardiovascular, que es la primera causa de muerte en España. El sistema sanitario no siempre es eficaz a la hora de intervenir en esta patología y eso provoca muertes y episodios cardiovasculares graves. Lo bueno de esta innovación es que nos permite abordar una enfermedad muy compleja, porque implica hábitos de vida, dieta, adherencia..., con dos inyecciones subcutáneas al año que protegen al paciente. La pregunta es, ¿por qué no?

¿Los radioligandos son la gran esperanza frente al cáncer?

Yo estoy convencido de que sí, porque supone abordar la enfermedad desde un ángulo diferente. Hemos avanzado muchísimo en terapias químicas, en anticuerpos y en el desarrollo de biomarcadores muy específicos, pero los radioligandos vienen a cerrar el círculo de todas esas tecnologías y a cumplir el sueño de matar la célula cancerígena sin tener que intervenir en el resto del organismo. Esto lo hemos demostrado en cáncer de próstata metastásico, pero también se está probando con éxito en cáncer de mama y en algunos tumores neuroendocrinos. Creo que es el inicio de algo muy grande para la Oncología, porque todo ocurre en el hospital de una manera más sencilla y con un coste mucho más razonable que las CAR-T. Es una innovación muy potente, pero más accesible.

Precisamente Novartis es el primer productor de terapia génica. ¿Qué es lo que está por llegar?

La mayoría de esas terapias se han orientado a Oncología y lo más interesante será su uso en otras patologías, por ejemplo, las inmunológicas graves, como el lupus. En esta enfermedad hemos fracasado muchísimo y confieso que tengo mucha ilusión porque en un futuro las CAR-T consigan decodificarla. Para ello hemos iniciado un ensayo pionero impulsado junto con el Vall d’Hebron o el Gregorio Marañón.

Están revolucionando también la forma de hacer ensayos clínicos. ¿Qué papel juega España?

Son la herramienta básica de la Medicina. Ahora tenemos más de 200 ensayos abiertos y unos 85 millones de inversión en España, prácticamente la mitad en etapas tempranas. España es clave porque es el primer país de Europa en la inclusión de pacientes para Novartis y a nivel mundial está en el tercer puesto, tras EE UU y Japón.

Y, sin embargo, nuestro país es uno de los que más retraso tienen en el acceso a los fármacos innovadores. ¿Por qué?

España no está en el lugar que se merece, porque no tiene sentido estar en el vagón de cola del acceso a la innovación, entre otras cosas porque a largo plazo ahorraremos dinero. Influye la complejidad de la estructura autonómica y de gestión de presupuestos. Y a eso se suma que la partida dedicada a Sanidad en el PIB es de las más bajas de Europa, así que diría que es un milagro que tengamos los niveles asistenciales de calidad con la inversión dedicada.

Esa innovación se traduce en fármacos caros. ¿Esta medicina del futuro es accesible y sostenible para el sistema sanitario?

A la palabra caro hay que ponerle muchas comillas, porque la innovación que ponemos en las manos de los profesionales reduce costes en otras líneas del presupuesto al ahorrar recaídas o la hospitalización. Los médicos y pacientes disfrutan de terapias súper innovadoras a un precio razonable, pues los genéricos cuestan céntimos, porque hace diez o 15 años una compañía innovadora decidió apostar por esa tecnología. Esa es la rueda virtuosa por la que tenemos que convencer a los inversores para que sigan apostando por nosotros e inviertan en salud y no en petróleo. Aun así, Novartis ha sido muy innovador también a la hora de buscar modelos de reembolso en el que los riesgos sean compartidos.

¿Las farmacéuticas siguen lidiando con la mala fama o la pandemia la ha suavizado?

Hemos mejorado, sin duda, pero todo lo que combina beneficios económicos y salud está expuesto a un nivel de escrutinio muy alto, y así debe ser. Reconozco que la industria farmacéutica ha cometido muchos errores en el pasado, especialmente en EE UU, y tenemos la obligación de arreglarlo. Como decía Spiderman, cuando uno tiene un gran poder, tiene una gran responsabilidad.

¿Qué buenas noticias llegarán desde Novartis en 2024?

En España hay dos o tres programas que estarán disponibles para el sistema sanitario en los próximos meses, como el de la hidradenitis supurativa. También hay innovación en leucemia mieloide crónica, en hemoglobinuria paroxística nocturna, en temas renales... Desde luego, no nos vamos a aburrir y habrá muy buenas noticias para los pacientes en nuestro país.

¿Orgulloso de todo ello?

Muchísimo, porque estoy contribuyendo a reescribir los libros de Medicina de los últimos 20 años.