Salud
Vivir cerca de un mar con microplásticos aumenta el riesgo de derrame cerebral
Publican uno de los primeros estudios a gran escala que relaciona residir cerca de aguas costeras contaminadas con tasas más altas de diabetes tipo 2, arterias coronarias y accidente cardiovascular
Vivir cerca del océano puede parecer una ventaja para la salud y el bienestar, pero un nuevo estudio ha encendido las alarmas: las aguas costeras contaminadas por microplásticos podrían aumentar el riesgo de enfermedades cardiometabólicas. Así lo advierte una investigación publicada en Journal of the American Heart Association, que analizó a fondo la relación entre la contaminación marina y la salud de quienes habitan cerca de ella.
Los científicos examinaron 152 condados costeros de Estados Unidos y descubrieron que los residentes de las zonas con mayores niveles de microplásticos en el mar presentaban tasas significativamente más altas de diabetes tipo 2, enfermedad coronaria y accidentes cerebrovasculares.
"Este es uno de los primeros estudios a gran escala que sugiere que vivir cerca de aguas muy contaminadas con microplásticos puede estar relacionado con enfermedades crónicas. La contaminación por plásticos no es solo un problema medioambiental, sino que también puede ser un problema de salud pública", asegura el Dr. Sarju Ganatra, autor principal del estudio y director médico de sostenibilidad del Lahey Hospital & Medical Center de Massachusetts.
Los microplásticos son diminutas partículas, de menos de 5 milímetros, derivadas de residuos como envases, ropa sintética o productos de higiene. Más pequeños aún son los nanoplásticos, invisibles a simple vista. Ambos terminan en el agua potable, los mariscos y el aire que respiramos. En las zonas costeras, la intrusión de agua de mar en los acuíferos subterráneos facilita la acumulación de estos contaminantes.
El estudio categoriza los niveles de microplásticos marinos en cuatro rangos. Los condados expuestos a las aguas más contaminadas mostraron un 18% más de diabetes tipo 2, un 7% más de enfermedad coronaria y un 9% más de accidentes cerebrovasculares en comparación con los condados expuestos a aguas más limpias. Además, estos riesgos se mantuvieron elevados incluso después de ajustar por factores como edad, sexo, situación económica, acceso a médicos y contaminación ambiental.
10 partículas plásticas por cada cucharada de agua de mar
Además de los hallazgos más llamativos, el estudio aporta otros datos que ayudan a contextualizar la magnitud del problema. Utilizando información de los Centros Nacionales de Información Ambiental, los investigadores midieron las concentraciones de microplásticos marinos entre 2015 y 2020 en las aguas oceánicas situadas dentro de las 200 millas náuticas —zona económica exclusiva marina— de los 152 condados costeros analizados.
Estas mediciones permitieron dividir los niveles de contaminación en cuatro categorías, con descripciones tan gráficas como impactantes: desde "una pequeña mota de plástico en 200 bañeras de agua de mar" hasta "más de 10 partículas de plástico en cada cucharada de agua de mar". Asimismo, Ganatra advierte que los resultados no afectan solo a las personas que residen cerca del mar. "Aunque examinamos los datos de los microplásticos recogidos en el agua del océano y el estado de salud de las personas que viven en las comunidades cercanas, la contaminación por microplásticos nos afecta a todos, independientemente de dónde vivamos", observa.
La contaminación por microplásticos, en palabras del Dr. Ganatra, es una amenaza insidiosa: "Incluso en la atención sanitaria dependemos en gran medida de los plásticos de un solo uso, desde bolsas intravenosas y jeringas hasta guantes, tubos, envases blíster de medicamentos y paños quirúrgicos. Gran parte de ellos acaba en vertederos o en el océano, donde se fragmentan en microplásticos y entran en el ecosistema".
Sin embargo, el estudio no mide directamente los niveles de plástico en el cuerpo humano, ni puede establecer una relación causal directa. Sin embargo, sus hallazgos marcan el camino hacia investigaciones más profundas. "Tampoco medimos los niveles de plástico en el cuerpo de los residentes de estos condados, y aún no sabemos las formas exactas en que estas partículas pueden dañar el cuerpo. Por lo tanto, aunque los hallazgos son convincentes, deben ser un llamado a una investigación más profunda, no a sacar conclusiones definitivas", señala Ganatra.
Aun así, para él, el llamado a la acción es claro. "Este estudio se suma a un creciente conjunto de pruebas que demuestran que la basura que tiramos al medio ambiente a menudo vuelve a nosotros. Es hora de pasar de la concienciación a la acción. Instamos a los responsables políticos a que consideren la contaminación por plásticos como una crisis medioambiental, así como una posible crisis sanitaria", considera.
Justin Zachariah, cardiólogo pediátrico y presidente del comité de redacción de la Asociación Americana del Corazón, concluye que "estos plásticos pueden persistir indefinidamente en nuestros cuerpos, lo que posiblemente exponga a personas de todas las edades a riesgos acumulativos a lo largo de su vida".