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Sucesos

Los otros descuartizadores de España: del Crimen de Pioz al descuartizador de Valdemoro

Jorge Ignacio Palma, asesino de Marta Calvo, se une a una larga lista de descuartizadores que ha habido en España

Jorge Ignacio Palma (arriba a la izquierda), Patrick Nogueira (arriba a la derecha), Bruno Hernández Vega (abajo a la izquierda) y Leandro V. J. (abajo a la derecha), autores de los crímenes de Manuel, Pioz, Majadahonda y Valdemoro respectivamente
Jorge Ignacio Palma (arriba a la izquierda), Patrick Nogueira (arriba a la derecha), Bruno Hernández Vega (abajo a la izquierda) y Leandro V. J. (abajo a la derecha), autores de los crímenes de Manuel, Pioz, Majadahonda y Valdemoro respectivamentelarazon

Jorge Ignacio Palma confesó la madrugada del pasado miércoles ser el autor de la muerte de Marta Calvo, tal que la descuartizó y expandió las partes de su cuerpo por diversos contenedores. Este caso ha conmocionado a España, no solo porque si trate de otra víctima más de violencia de género, sino también por la forma en la que Jorge Ignacio acabó con la vida de la joven. Aunque no es el primer caso de un descuartizador en el país.

El pasado mes de octubre, Leandro V.J., conocido como el “descuartizador de Valdemoro” o el “carnicero Leo”, ingresó en prisión tras haber matado a su exnovia de dieciocho años. “La maté porque me lo puso a huevo. Le clavé un puñal en el corazón”, dijo en su confesión. Leandro la descuartizó para deshacerse de algunos de sus restos, mientras que el cráneo de la joven lo tiró a unos matorrales. Al igual que Jorge Ignacio, Leandro era de nacionalidad colombiana y era aficionado al culturismo. Tenía problemas mentales de los que no estaba siendo tratado y estaba obsesionado con la muerte, pues poseía numerosos objetos de temática satánica y de terror. Fue su novia quien le delató ante la Guardia Civil.

Otro ciudad madrileña, Alcalá de Henares, se vio salpicada por otro suceso conocido como el crimen del descuartizador de Pioz. Patrick Nogueira descuartizó a sus tíos y sus sobrinos en el chalet de esta localidad de Guadalajara en agosto de 2016, pero fue en Alcalá donde planeó el crimen y se ocultó. Según médicos forenses, psicólogos y psiquitaras, así como agentes de la Guardia Civil, el cerebro de este descuartizador estaba dañado por un supuesto traumatismo que sufrió hace años y que le predeterminaría a cometer estos hechos ya que, esa parte del cerebro afecta a la inhibición, la agresividad o la impulsividad. Patrick tenía rasgos psicópatas, pero ese daño cerebral no condicionó sus comportamiento.

Recientemente tuvo lugar el crimen de “El Rey del Cachopo”. El pasado noviembre de 2018, César Román, conocido como el “Rey del Cachopo”, fue detenido después de que tres meses antes la Policía encontrar en una nave del distrito madrileño de Usera una maleta con el tronco con los pechos amputados de una mujer que estaban buscando y que resultó ser el de Heidi, la novia del descuartizador. La principal prueba de cargo contra él, además del cuerpo de la joven de 25 años, es una huella suya en un bote de sosa cáustica que fue hallado en el lugar del crimen. El torso de la chica había sido rociado con este producto químico para tratar de dificultar su identificación. Además, tenía antecedentes por malos tratos y una orden de alejamiento que quebrantó en 2016, pero también acumulaba estafas, falsificaciones y delitos de lesiones y daños.

Por otro lado, Bruno Hernández Vega, el descuartizador de Majadahonda, fue condenado a veintisiete años, tres meses y un día de prisión tras haber matado a su tía y una inquilina suya de la vivienda donde ocurrieron los hechos. Bruno asesinó a su tía, Liria Hernández, y troceó su cadáver. Simulaba la firma de su familiar en un contrato falso de arrendamiento por el que le “cedería” su vivienda en la ciudad madrileña. Allí, se encontró la picadora con la que Bruno descuartizó a Liria y también a Adriana Beatriz Gioiosa, una inquilina a la que asesinó en abril de 2015.

Estos solamente son ejemplos de casos de descuartizadores en España. El descuartizador de Cádiz en 1989, el caníbal del “táper”, el descuartizador de Alcalá o el de “El falso monje shaolín” en 2013 también forman parte de la larga de descuartizadores que ha albergado nuestro país.