Sociedad

El día que un solo hombre salvó al mundo de la Tercera Guerra Mundial

La sangre fría de Vasili Arjípov, oficial naval soviético, impidió que se lanzara un torpedo nuclear con dirección a Estados Unidos en 1962, lo que habría desembocado en un conflicto de escalas inimaginables

Vasili Arkhipov, el marino soviético que evitó la guerra
Vasili Arkhipov, el marino soviético que evitó la guerralarazonArchivo

A menudo se recuerda la época de la Guerra Fría como décadas de tensión. El conflicto desencadenado a raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial supuso el alza de dos países, los dos vencedores de la contienda: Estados Unidos y la Unión Soviética, el primero liderando el bloque occidental o capitalista; todo lo contrario a lo que representaba la Unión Soviética, bloque oriental y comunismo.

La Guerra Fría recibió su nombre por tratarse de un conflicto entre las dos potencias, pero sin llegar a combatir directamente. Algo que pudo no ser así sin esta historia. Su guerra se libraba en diferentes partes del mundo, donde trataban de imponer su ideología. Uno de esos puntos fue la Cuba de 1962, donde se alcanzó el punto más álgido de esta tensión. Allí, la Unión Soviética había establecido una base armada de misiles balísticos que amenazaban a Estados Unidos. La preocupación por el estallido de una guerra nuclear ocupaba todas las portadas. La paranoia y el miedo se extendían entre la población, hasta tal punto que los dos países estaban listos para la guerra.

Pero entre tanta crispación fue la decisión de un hombre lo que salvo al mundo de una nueva guerra, una que podría haber reducido el planeta a cenizas, cuando apenas habían transcurrido 20 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Vasili Arjípov es el nombre de la persona que evitó la tragedia. Todo ocurriría cuando un submarino soviético B-59 se disponía a lanzar una ofensiva nuclear contra EE UU en octubre de 1962, en respuesta a un ataque sufrido por parte de éstos. Al mando había tres oficiales que tuvieron que tomar seguramente la decisión más difícil de sus vidas. El ataque tenía que ser votado con unanimidad por estas personas. Dos de ellos votaron a favor. Uno dijo no.

La guerra a punto de estallar

El conflicto entre la URSS, Cuba y Estados Unidos empezó cuando el Servicio de Inteligencia estadounidense mostró al presidente norteamericano Kennedy fotografías que probaban la presencia de misiles soviéticos de gran alcance en la isla. Una respuesta por parte de la Unión Soviética a la instalación de misiles nucleares estadounidenses en Turquía, una amenaza directa que en cuestión de minutos podía destruir Moscú.

El ejército de Estados Unidos se puso en alerta y comenzó a registrar el mar cercano a sus fronteras y al de Cuba, localizando al submarino B-59 armado con misiles nucleares. El objetivo de esta nave era el de burlar el embargo que la Armada norteamericana había colocado en torno a la isla y establecer una base en la zona norte de la isla. Previamente, un avión espía de EE UU había sido derribado en el espacio aéreo de Cuba, lo que ya había alertado al gobierno de Kennedy. Al mismo tiempo, desde el Pentágono se estaban ultimando los detalles de la invasión a la Cuba castrista. Por ello, la US Navy y la CIA realizaban a diario exploraciones en busca de embarcaciones soviéticas. La situación era un polvorín.

El secretario de Defensa en aquella época, Robert Mcnamara, da una orden clara y peligrosa: si detectan cualquier intruso, los buques norteamericanos tienen orden de obligarles a emerger, identificarse y bloquear su acceso. Entre estas embarcaciones se encontraría el B-59. A media tarde del 27 de octubre de 1962, las fuerzas navales americanas lanzaron cargas de profundidad para obligar al submarino a salir a la superficie, sin saber que estaban tratando con un submarino nuclear. Dentro de la nave, los tripulantes no sabían si este ataque suponía el inicio de la guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

En el interior del B-59, el caos inundó cada estancia. Los tres oficiales del submarino tenían libertad para lanzar los misiles si eran atacados y siempre y cuando votasen a favor los tres. Medio mundo se paralizó frente a sus televisores para seguir de cerca las reacciones de uno y otro, para saber si bajo las aguas del Caribe, la guerra había comenzado. Vladimir Orlov, oficial de comunicaciones que iba a bordo de este submarino intentó hasta el final comunicarse con Moscú. Sin comunicación con la URSS, los tres oficiales tuvieron que decidir sobre el destino de la humanidad.

Solo había dos opciones: responder al ataque con el lanzamiento de los misiles nucleares que portaban o, por el contrario, mantener la calma y esperar. De cualquier forma, la decisión debía ser tomada con rapidez. Dos de ellos votaron a favor, pero Arjípov dijo “no”. Él fue el único que mantuvo la calma y el que convenció a Savitski de que no debían atacar, era una decisión peligrosa.

El B-59 decide salir a la superficie y dar media vuelta a la espera de instrucciones. Finalmente, el barco regresaría a la URSS. Apenas unas horas después, el presidente norteamericano y el gobierno soviético alcanzarían un acuerdo que tranquilizará al mundo. Pero previo a ello, hubo un héroe desconocido por muchos, puesto que su historia salió a la luz en el año 2002, que logró evitar una guerra mundial, solo manteniendo la calma.