Opinión

La ceniza, otro de los elementos a tener en cuenta

El dióxido de azufre es el gas más común que se emite en una erupción volcánica
El dióxido de azufre es el gas más común que se emite en una erupción volcánicaJON NAZCAREUTERS

Esta semana hemos vivido una erupción histórica en la isla canaria de La Palma. Además de hablarse sobre la colada de lava, el tipo de erupción y la duración de ésta se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que los gases emitidos por el volcán pudieran ser perjudiciales para la salud y dieran lugar a la conocida como lluvia ácida.

Sabemos que entre las emisiones de esos gases en una erupción volcánica hay vapor de agua, dióxido de carbono o dióxido de azufre (SO2). Este último es uno de los gases más comunes emitidos durante una erupción. Es un gas incoloro con un olor acre que irrita la piel y los tejidos, y las membranas mucosas de los ojos, la nariz y la garganta. Este gas emitido por la erupción también se encuentra en muchas ocasiones como contaminante atmosférico procedente de la actividad industrial.

Es precisamente el que se vincula con la formación de lluvia ácida en caso de que se produzcan precipitaciones. Pero ¿qué es exactamente la lluvia ácida? ¿hay posibilidad de que se forme? La lluvia ácida se refiere a la precipitación con un pH más ácido de lo normal. En química el pH indica grado de acidez o alcalinidad: por ejemplo, a 25ºC (ya que depende de la temperatura) se dice que una disolución tiene pH neutro si es 7. Es precisamente el pH del agua pura (7) el valor que se toma como referencia: si el pH es inferior a 7 será ácido y, si es superior, básico. La lluvia normalmente tiene un pH de 5,5-5,6 (levemente ácido) y se considera lluvia ácida si el pH es inferior a 5.

En estos momentos la mayor concentración de dióxido de azufre se encuentra, como es lógico, sobre el archipiélago canario. De producirse algunas lluvias (aunque no se esperan lluvias importantes en la isla de La Palma los próximos días), éstas serían ligeramente más ácidas de lo habitual, con un pH algo más bajo; sin embargo, las repercusiones que el SO2 liberado por el volcán tendrán sobre las condiciones meteorológicas y la calidad del aire en la superficie serán, con toda probabilidad, muy reducidas.

Los modelos de predicción atmosférica muestran un transporte de este gas en niveles altos hacia el sureste peninsular y las Islas Baleares, y en menor medida, hasta Cataluña, pero sin producir lluvia ácida. Además, también en el resto de la península podrá aumentar la concentración de este gas el día de hoy, pero será a gran altura, por lo que no tendrá consecuencias. Esto se debe a la presencia de la DANA en el oeste peninsular, que favorece la entrada de vientos de componente sur y suroeste, haciendo que las masas de aire asciendan desde las regiones próximas al archipiélago canario. Por otro lado, la mayoría del SO2 emitido se encuentra en capas superiores de la atmósfera, lejos por tanto de la fuente emisora, y las concentraciones no superan los 100 mg/m2 en casi ningún punto de la Península, lo cual hace que, de producirse lluvia, ésta no tendría apenas acidez.

No supondrá, por lo tanto, ningún riesgo para la salud. Además, según la Red de Control de Calidad del Aire de Canarias, la erupción volcánica no ha provocado de momento contaminación ambiental en el aire que respiramos, y para que se presenten aspectos nocivos de la lluvia ácida se necesitan periodos de tiempo mayores, en situaciones prolongadas de meses o años.

Aun así, habrá que prestar atención a otros peligros como, por ejemplo, la ceniza, un elemento a tener en cuenta ya que puede lesionar el sistema respiratorio, los ojos y la piel. Por otro lado, es conveniente no encontrarse cerca de la zona donde la lava ­–a más de mil grados ­– entre en contacto con el mar. En ese momento y al enfriarse muy rápidamente es posible que se den fuertes explosiones y una rápida emanación de gases. Se genera una especie de humareda blanca perjudicial para la salud por las sustancias tóxicas que contiene. Cuando la lava llega al mar, se evapora el agua y se forman columnas de humo ricas en clorhídrico y fluorhídrico, muy dañinas para la salud. Por lo tanto, la ciudadanía no debe acercarse bajo ningún concepto.

Mar Gómez es doctora en Físicas y responsable de meteorología de eltiempo.es