Una cruz asoma en el municipio de Los Llanos de Aridane con la nube del volcán de Cumbre Vieja al fondo

La Palma no tiene dónde incinerar a sus muertos

Envían los ataúdes a crematorios de Tenerife porque el único de la isla ha quedado inutilizado en el cementerio de Las Manchas, asediado por la lava

Los palmeros del oeste de la isla llevan cuarenta días velando a sus muertos como si estuvieran en una guerra. Responsos rápidos en la funeraria en lugar de misas solemnes en la Iglesia, entierros exprés en los cementerios fuera de peligro. Y es que ahora resulta muy complicado cumplir las últimas voluntades. El camposanto del barrio de Las Manchas, en plena zona de exclusión entre el municipio de Los Llanos de Aridane y El Paso, es inaccesible desde hace semanas. Bautizado como «Los Ángeles», está a pocos metros de la falda del volcán de Cumbre Vieja y, al menos hasta el cierre de esta edición, seguía en pie gracias a una pequeña montaña que le sirve de parapeto.

Con más de 5.000 tumbas y un millar de metros cuadrados de superficie, es el único de La Palma con crematorio, ahora inutilizado. Los que se lo pueden permitir envían el ataúd del familiar por barco a alguno de los tanatorios con incineradora de la vecina Tenerife y se traen las cenizas en una urna para darles sepultura. Es una operación costosa en todos los sentidos, no solo a nivel emocional.

La otra opción de traslado, la vía aérea, exige que el cadáver esté embalsamado y la caja herméticamente sellada, lo que eleva considerablemente el precio del sepelio. Además, las funerarias necesitan un permiso especial de Sanidad para unos portes que hasta hace poco tiempo evitaban a toda costa las embarcaciones.

La lava avanzaba el miércoles por el barrio de Las Manchas, donde está el cementerio "Los Ángeles"
La lava avanzaba el miércoles por el barrio de Las Manchas, donde está el cementerio "Los Ángeles"BORJA SUAREZREUTERS

Juan Antonio Pérez González, natural de Los Llanos, es el administrador y uno de los socios de «Palma Flor». Lleva años surtiendo de coronas y flores a los funerales y entierros del lugar y nunca hasta este momento había vivido algo semejante: «Ahora los duelos son más breves, no pueden durar mucho tiempo. El otro día se dio el caso de que un entierro previsto para las seis de la tarde se adelantó, de pronto, cinco horas. Tuvimos que llamar por teléfono a dos clientes para anular sus encargos porque no llegábamos».

El cementerio municipal de Tazacorte es uno de los que está acogiendo el excedente de sepulturas de los que no acabarán bajo la tierra de Las Manchas, la opción preferida por la mayoría y que ya es inviable. Con vistas al mar, «Los Ángeles» es el más grande de esta zona: su capacidad supera la de los otros tres juntos.

A solo tres días de la Festividad de Todos los Santos, el bajón en el negocio de Juan Antonio es más que evidente. Él ha resultado doblemente afectado por el Cumbre Vieja. La ceniza se ha tragado también un campito en Las Norias en el que cultivaba rosas para abastecer a la tienda: «Pude entrar doce días después de la evacuación forzosa a regar la finca y comprobé que no había sobrevivido nada», explica a través del teléfono. Dice que, de momento, su casa de Los Llanos está intacta, aunque «como esto siga así, veremos lo que pasa con ella».

Toca adaptarse a los daños colaterales de la erupción y este llanense ha ideado pequeños arreglos florales para que las familias puedan honrar a sus muertos en casa en pequeños altares presididos por una en lugar de la lápida. Ascen, camarera de profesión, sabe que el próximo lunes no podrá acudir a Las Manchas. Allí tiene enterrados a una bisabuela, un abuelo y un tío. A ella, de 38 años, no le importa demasiado porque, en realidad, «los tengo siempre presentes en la memoria y puedo recordarlos simplemente mirando las estrellas».

Sí lo lamenta mucho por su madre, ya mayor, que no ha faltado nunca al primero de noviembre, también conocido como Día de los Difuntos. «Lo va a echar mucho en falta este año, es una tradición muy importante para ella. Sería de verdad una tragedia enorme que el cementerio acabe sepultado por las coladas de lava. A mi madre le costaría una barbaridad aceptar que no puede volver allí a hablar con su padre». Lo cierto es que cada minuto que pasa activo este volcán en el camino de Cabeza de Vaca crece la amenaza para las tumbas enterradas en Las Manchas, donde ni siquiera los muertos tienen un minuto de tregua.