La diabetes felina

La diabetes mellitus es uno de los problemas endocrinos más frecuentes en los gatos; su presentación oscila entre uno de cada cien a uno de cada cuatrocientos felinos.

La diabetes mellitus suele afectar a los gatos de edad avanzada (más de siete años), con sobrepeso u obesidad, y de hábitos sedentarios.

Entre los síntomas más habituales se encuentran la polifagia (ingieren más cantidades de alimento), poliuria (orinan mayores cantidades de las normales) y polidipsia (ingieren grandes cantidades de agua); existen más síntomas de la diabetes como pérdida de peso, posturas plantígradas, aumento de sensibilidad de las zonas distales y de las extremidades...

Para determinar que estos síntomas apreciados corresponden a una diabetes se debe realizar analítica sanguínea y de orina para confirmar la hiperglucemia (aumento de los niveles de glucosa en sangre) y la glucosuria (es la presencia de glucosa en la orina).

Para un adecuado tratamiento de la diabetes mellitus del gato, el profesional deberá combinar de forma adecuada los fármacos y los alimentos.

1. FÁRMACOS: El tratamiento farmacológico de la diabetes se encamina a controlar los síntomas de polifagia, poliuria y polidipsia, así como a normalizar los altos niveles de glucosa en sangre; para ello se administrarán fármacos hipoglucémicos, preferiblemente aplicando pautas adecuadas de insulinoterapia.

Con una correcta administración de insulina conseguiremos controlar el efecto tóxico que puede llegar a producir la glucosa. La remisión del problema con la administración de insulina oscila entre el 20 y el 40% de los casos tratados.

2. NUTRICIÓN: La alimentación influye en gran medida en la aparición de la resistencia a la insulina, así como en la alteración en la secreción de la misma, por ello el correcto manejo dietético del gato con diabetes es fundamental para el manejo y control del problema. Los resultados de las últimas investigaciones sobre el manejo nutricional de la diabetes en el gato confirman que una adecuada dieta consigue una disminución de la dosis de insulina a administrar, así como un aumento de las remisiones del problema; para ello la alimentación deberá tener un alto contenido proteico y también un contenido controlado de almidón.

Para conseguir cumplir con los requisitos dietéticos anteriormente comentados debemos ponernos en manos del veterinario; el profesional será el responsable de prescribir una dieta adecuada al problema que cumpla con las condiciones específicas citadas.