Hallazgos médicos

Superó un diagnóstico letal investigando su propia sangre: este médico encontró la cura de su propia enfermedad

Su hallazgo le permitió salvarse y desde entonces impulsa la reutilización de medicamentos para tratar otras dolencias graves

El test ha sido desarrollado por un equipo de la Universitat Politècnica de València, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN) y el Instituto BAM de Berlín
El test ha sido desarrollado por un equipo de la Universitat Politècnica de València, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN) y el Instituto BAM de BerlínUPVLa Razón

David Fajgenbaum tenía 25 años y estudiaba medicina en la Universidad de Pensilvania cuando escuchó un diagnóstico que parecía una condena: enfermedad de Castleman, un trastorno poco frecuente del sistema inmunitario para el que no existía cura aprobada. Durante meses sufrió ingresos hospitalarios, recaídas casi mortales e incluso recibió la extremaunción. “Recuerdo haber pensado en mi examen final: ¿a quién le importa? Estoy a punto de morir”, escribiría después en su autobiografía.

A pesar de la quimioterapia, las recaídas fueron constantes. Tras varias sesiones intensivas y al límite de su tolerancia corporal, los médicos le advirtieron de que no tenía más opciones de tratamiento y que una nueva recaída sería fatal. Ante la certeza de que el tiempo se agotaba, Fajgenbaum tomó una decisión drástica: convertirse en su propio investigador y buscar una solución fuera de los tratamientos convencionales.

La enfermedad, tan poco frecuente que apenas estaba documentada en manuales médicos, lo dejó sin referentes ni líneas de tratamiento estandarizadas. Para Fajgenbaum, la falta de respuestas resultó tan angustiante como los propios síntomas, lo que reforzó su convicción de que debía buscar una salida por sí mismo. La combinación de desesperación y determinación lo llevó a transformar el papel de paciente en el de investigador, abriendo un camino que terminaría cambiando el rumbo de su vida y el de muchos otros afectados por dolencias raras.

Una proteína clave y una solución inesperada

El joven doctor revisó cientos de artículos científicos, elaboró bases de datos, contactó con especialistas internacionales y, finalmente, decidió analizar muestras de su propia sangre. Fue entonces cuando identificó el papel de una proteína llamada mTOR, responsable de la hiperactivación de su sistema inmunológico. Esa pista le llevó a un medicamento ya disponible en farmacias: Sirolimus, un fármaco de apenas 20 dólares al mes utilizado principalmente en pacientes trasplantados.

Convencer a su médico no fue sencillo, pues no existían ensayos que respaldasen su hipótesis. Sin embargo, aceptaron probarlo. A los pocos días de iniciar el tratamiento, sus síntomas empezaron a remitir y, once años después, Fajgenbaum sigue tomando diariamente esa medicación que le salvó la vida. “Dios no bajó del cielo con una cura, pero me dio la fuerza para luchar y eso fue suficiente”, ha reconocido en entrevistas.

Con el objetivo de ayudar a otros pacientes, fundó Every Cure, una organización dedicada a la reutilización de medicamentos existentes para tratar enfermedades raras y graves. Hasta ahora, su trabajo ha identificado 14 fármacos con indicios de eficacia en diferentes patologías y ha contribuido a salvar miles de vidas. Hoy, más de una década después de haber estado al borde de la muerte, Fajgenbaum está casado, es padre de dos hijos y continúa impulsando proyectos médicos basados en una idea clara: en las estanterías de cualquier farmacia pueden esconderse remedios capaces de cambiar destinos.