Ley del aborto:

«Ese bebé iba a ser mi familia»

Patricia empezó a replantarse su decisión de abortar cuando comenzó a informarse sobre las técnicas y clínicas donde se practica

Imagen de archivo de una protesta contra el aborto a las puertas del Congreso de los Diputados
Imagen de archivo de una protesta contra el aborto a las puertas del Congreso de los DiputadosIsabel InfantesEuropa Press

A las pocas horas de nacer, Diana se agarró con fuerza al dedo índice de su madre. “En ese momento sentí una punzada en el pecho, un escalofrío. Quizá nadie me entienda, pero siempre he pensado que, en aquel momento en el que nos encontrábamos solas después del parto, en la intimidad de la noche y cuando se hizo el silencio en la habitación del hospital, fue cuandoDiana quiso darme las gracias por haberla traído al mundo, por haber respetado su derecho a la vida por encima de las dudas que me asaltaron cuando supe que estaba embarazada y los argumentos con los que trataba de escapar de la situación”. Con esas palabras, Patricia Tejón describe su satisfacción por haber declinado finalmente la posibilidad deabortar.

Por aquel entonces tenía 30 años. Acababa de romper con su “novio de toda la vida” y había comenzado a salir con un chico diez años menor que ella. “Ni siquiera mis amigas más cercanas sabían de nuestra relación”, explica. Tan solo tres meses después de conocerle, se quedó embarazada. “Lo supe un día antes de Nochebuena, ¡en plenas Navidades! Cuando me lo confirmaron, se me cortó la respiración. ¿Cómo iba a explicar que me había quedado embarazada de un extraño? ¿Qué iban a decir mis padres?”, recuerda la angustia que sintió. “La vía más sencilla era abortar, pero ya me informaría después de las fiestas. Mi primera misión era ocultar el embarazo, una cuestión que no es nada sencilla si tenemos en cuenta que la Navidad es una época en la que no solo se producen excesos bebiendo. También estamos más expuestos a alimentos que, por norma general, están contraindicados en el embarazo”, explica. Sin embargo, lo consiguió.

En enero comenzó a informarse sobre técnicas y clínicas en las que se practicasen abortos. Sin embargo, también en ese momento comenzó a replantearse la decisión. “Había tomado la decisión de forma repentina y solo teniendo en cuenta lo que los demás podrían pensar de mí. Me di cuenta de que no debía importarme que me juzgaran o que emitieran juicios sobre mis decisiones y, menos, cuando se trata de una decisión tan crucial como truncar una vida”, indica Patricia.

Lo primero que hizo fue escribir los pros y los contras de continuar con el embarazo. “Cada persona tiene argumentos de peso para abortar: una violación, una enfermedad que ponga el riesgo la vida del feto o de la madre o, incluso, inestabilidad económica… Sin embargo, yo no tenía ninguno de estos motivos. Por lo que, a medida que maduraba el juicio al que estaba sometiendo las opciones que se me habían planteado, encontraba menos motivos para abortar”, reconoce. Una semana más tarde, no le cabía duda alguna: quería continuar con el embarazo y crear una familia. “Ese bebé iba a ser mi familia y, de alguna forma, sabía que jamás me arrepentiría”, asegura Patricia. Seis meses más tarde, tenía a Diana en sus brazos.