Vaticano

El Papa se apunta a “consumir menos carne” para salvar el medio ambiente

Francisco endurece su discurso ecológico en una carta a los jóvenes europeos

El Papa Francisco dirigiendo la oración del Ángelus desde la ventana de su despacho con vistas a la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco dirigiendo la oración del Ángelus desde la ventana de su despacho con vistas a la Plaza de San Pedro en la Ciudad del VaticanoVATICAN MEDIA HANDOUTAgencia EFE

No hay cambios en los mandamientos ni se añade a la lista de pecados capitales. De momento. Tampoco formaría parte oficialmente del magisterio pontificio. Sin embargo, sí resulta más que significativo que el Papa Francisco se haya sumado a los grupos que reclaman un menor consumo de carne en aras de la llamada «ecología integral», uno de los ejes de su pontificado.

Así lo ha manifestado en el mensaje enviado a los participantes en la Conferencia Europea de Juventud, un encuentro que se celebra desde ayer en Praga. «Es urgente reducir el consumo no sólo de combustibles fósiles, sino también de muchas cosas superfluas; e igualmente, en ciertas zonas del mundo, sería conveniente consumir menos carne, esto también puede ayudar a salvar el medio ambiente», expone el Papa en un documento reivindicativo. Esta tesis se sostiene a partir de estudios como el publicado recientemente en la revista científica «Nature Foods», que consumir menos carne y productos lácteos en los países más ricos del mundo reduciría en más del 60 % las emisiones contaminantes durante la producción agropecuaria

No es la primera vez que Jorge Mario Bergoglio aterriza en medidas para proteger lo que él denomina la «Casa Común». En su encíclica «verde Laudato si» de 2015, ya reclamaba «un cambio en los estilos de vida». Así, proponía medidas tales como «evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias...».

Ahora, a estas propuestas de «conversión» ecológica, añade reducir en la mesa un manjar propio de su país de origen. Y eso que el propio Francisco es un apasionado del asado. De hecho, era un cocinillas como arzobispo de Buenos Aires, hasta tal punto que aprendió de su abuela a elegir el corte adecuado, a marinar con hierbas aromáticas y darle el punto exacto de sabor al chimichurri. Entre sus platos favoritos, también se encontraría el lechón relleno.

Más allá de la restricción carnívora, en el mensaje a los jóvenes el Santo Padre también anima a las nuevas generaciones a «tomar iniciativas concretas» en la línea de llevar a cabo una vida «digna y sobria, sin lujos ni derroches, para que todos puedan habitar el mundo con dignidad». En este sentido, les invita a acabar con la «tendencia destructiva» de los adultos.

Un «no» a las escuelas «de élite»

En su mensaje a los jóvenes europeos, Francisco alerta de dejarse «arrastrar por ideologías miopes que quieren mostrar al otro, al que es diferente, como un enemigo», en una referencia directa a la cuestión migratoria.

A partir de ahí, reivindica otra de sus apuestas estrella del pontificado, el Pacto Educativo Global, que «eduque a todos en la fraternidad» en escuelas que «combinan la calidad educativa con el servicio a los demás».

«Son estas experiencias de solidaridad las que cambiarán el mundo, no las experiencias exclusivas (y excluyentes) de las escuelas de élite», deja caer a continuación el pontífice argentino.