Diplopía
El calvario de vivir con visión doble
«Es como estar flotando todo el día, al principio te asustas», afirma Francisco, peluquero de 65 años
Francisco Zapata se disponía a preparar la comida cuando se dio cuenta de que le faltaba el atún para la ensalada. Decidió salir del trabajo para comprar algunas latas en el supermercado. En cuanto puso un pie en la calle todo comenzó a moverse en su visión: «Me quedé en ‘’shock’', no sabía qué me estaba ocurriendo, era incapaz de fijar la mirada, veía doble».
Aun así, trató de no darle importancia. Quizá era un pequeño mareo o una bajada de tensión. Pero aquella sensación no desaparecía. Pasaron las horas, los días, y sus ojos no regresaban a la normalidad. Esto ocurrió hace tres meses. A día de hoy continúa con la visión doble, pero al menos ya sabe qué es lo que le ocurre y respira un poco más tranquilo.
Este madrileño, que ejerce desde hace 38 años como peluquero, padece diplopía, una patología que afecta a un gran número de personas, eso sí, por diferentes causas, y que consiste en la percepción de dos imágenes simultáneas de un solo objeto. Cada ojo capta los objetos desde un punto diferente y el cerebro lo que hace es interpretarlo como si existieran dos diferentes. «Cuando voy por la calle veo dos carreteras, dos coches, todo duplicado. Pero es curioso, porque me ocurre solamente cuando miro hacia la derecha y hacia abajo», relata. En su trabajo, también le ha afectado, pero él se ha buscado algún que otro truco para «ir tirando», mientras los médicos dan con la solución.
«Por ejemplo, en la peluquería, cuando voy a hacer la caja, tengo que cerrar uno de los ojos. Así desaparece la visión doble. Con el resto de las labores profesionales trato de hacer lo mismo o mirar hacia los puntos en los que la visión es normal», confiesa con cierta angustia. La suya es una diplopía monocular, por lo que tan solo es uno de los dos ojos los que provocan su mal.
Sin embargo, él no pierde el optimismo, más aún desde que se puso en manos de la doctora Pilar Gómez de Liaño, jefa de la unidad de motilidad ocular y diplopía del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. «Al principio me asusté. Tengo hipertensión y antecedentes familiares con problemas cerebrovasculares, así que pensé que me ocurría algo serio, un ictus o un tumor cerebral», reconoce. Pero una vez que, tras realizarle varias pruebas, descartaron que pudiera tratarse de un tumor o problemas neurológicos, se tranquilizó. «La causa de su diplopía es microvascular, es decir, pequeños trombos que pueden ser provocados por diferentes motivos: subidas de tensión, diabetes... Francisco tiene dañado el músculo oblicuo superior, de ahí que vea doble cuando mira hacia abajo», subraya la doctora.
Inyección de toxina botulínica
Los pasos que deberá seguir ahora el paciente, «descartado todo lo gordo», como dice él, es someterse a «un pinchazo» de toxina botulínica en la zona afectada. En su caso, la opción de ponerle prismas, una especie de lente, no le funcionaria, así que la doctora ha optado por ir directa a la segunda «fase». «Luego habrá que esperar a ver cómo le funciona, unos seis meses tras el pinchazo. Si pasa el tiempo y sigue igual, quedaría la opción de la cirugía, pero hay muchas personas que no quieren, pese a que es una operación con anestesia local. Hay quien no le supone una incomodidad muy grande y prefiere acostumbrarse a este tipo de visión. Otros no lo soportan, es algo muy personal y adaptativo», apunta Gómez de Liaño.
Francisco, de momento, aguardará hasta el «pinchazo» de septiembre y luego «ya veré». Tampoco le convence mucho la cirugía y parece que se ha ido acostumbrando a vivir viendo doble. «Quiero ser positivo y trasladar a la gente que tampoco es que esto te invalide totalmente», dice. Sin embargo, si detalla cómo es ahora su día a día con visión duplicada. «Me da cierto miedo, por ejemplo, al bajar los escalones, porque es justo el punto en el que veo doble. La sensación es como si estuviera flotando. Tumbado en la cama, mientras miro al techo, las líneas se convierten en una especie de cuñas. Es bastante rollo porque pierdes la tranquilidad, te altera, no te sientes seguro», asevera.
Una distorsión con la que ahora ya convive. Eso sí, no le incapacita, por ejemplo, para conducir, «sigo cogiendo el coche, eso sí con más cuidado», matiza. «También me cuesta ver la tele, de hecho, casi no la veo ya, y tratar de leer los mensajes del móvil es imposible, porque justo me pilla en la visión inferior que es donde más se agudiza». Francisco confiesa que a pesar de la faena que supone esta patología, «por inercia te buscas apaños, pero es verdad que también me llora el ojo y me escuece, es un poco desesperante».
Cuando este peluquero madrileño de 65 años comentó a su familia y amigos lo que le ocurría, enseguida le dijeron que es lo mismo que le pasa al piloto de motociclismo Marc Márquez. De hecho, al joven le surgió después de una conmoción cerebral y varios traumatismos menores a causa de un accidente que le provocaron la parálisis del cuarto nervio óptico del ojo derecho. «Y ha seguido compitiendo, así que es bueno tenerle como referencia, porque te das cuenta de que tiene solución», apunta Francisco.
Covid y diplopía
Según la doctora Gómez de Liaño, esta lesión ocular es mucho más común de lo que la gente piensa. Es más, según comenta, entre el 6 y el 7% de las urgencias de oftalmología en el Hospital Gregorio Marañón son por este motivo. De hecho, este hospital es el único de toda España que tiene una consulta específica para este problema.
No existen estadísticas sobre el porcentaje de la población que padece este mal. Lo que sí apunta esta profesional es que las causas son múltiples y «con el uso de las tecnologías está aumentado el número de casos». «Date cuenta que al centrar la mirada en el teléfono, los ojos, la mirada se junta en un punto, esto está provocando un mayor número de casos de estrabismo entre los jóvenes y, precisamente, el estrabismo es una de las causas de la diplopía», dice.
Pero insiste en que cada persona vive este mal de una manera diferente. «Hay quien se adapta y opta por no operarse, pero, por el contrario, hay quien no puede aguantarlo pese a tener un grado muy bajo de diplopía. Esto no depende de la edad ni el sexo. El otro día operé a una persona de 90 años porque decía que no podía continuar así, por ejemplo».
Gómez de Liaño hace un paréntesis para añadir que como consecuencia de la pandemia de covid, también se han detectado varios casos de diplopía en pacientes que se han contagiado: «El coronavirus conlleva procesos microvasculares, parálisis de nervios, microhemorragias, justo lo que provoca también la visión doble. No hay una evidencia científica sobre esta relación entre covid y diplopía, pero he visto varios casos de pacientes que un día después de dar positivo en sars-cov-2 han empezado a ver doble».
Francisco escucha atento a su doctora y confía en que, a la vuelta de sus vacaciones, en septiembre, la inyección de la toxina botulínica surta efecto. «Tampoco quiero obsesionarme con ello, me queda poco para jubilarme y quiero descansar después de tanto tiempo trabajando. El cuerpo se adapta a todo. Si se soluciona mejor, si no, me acostumbraré».
✕
Accede a tu cuenta para comentar