Escasez ante la crisis
La energía nuclear ahora reverdece
Este tipo de energía comienza a considerarse verde. La Agencia Internacional será parte activa de la próxima Cumbre del Clima
España es una isla energética. Pero puede que no por las razones que tenía en mente el presidente Pedro Sánchez cuando anunció a bombo y platillo los planes de «excepción ibérica» para el tope de las tarifas de gas junto a Portugal. España es una isla porque se está quedando sola.
Esta semana ha corrido como la pólvora en redes sociales el mapa que acompaña este texto y que sintetizó uno de los divulgadores pronucleares más activos en redes, Alfredo García –que responde al nombre tuitero de Operador Nuclear–. Basado en datos del último informe de situación de la Asociación Nuclear Mundial, el gráfico muestra la posición política de los principales países productores de energía ante la generación atómica. Y es pertinente porque, como declara la presidenta de la asociación, «la crisis derivada de la guerra de Ucrania ha impulsado un reciente cambio de actitud política que no debemos soslayar». Las autoridades españolas parece que sí lo están soslayando. Junto con Suiza (que votó en referéndum mantener su plan de eliminación total de la energía nuclear en el mix nacional), el nuestro es el único país de Europa que no ha dado marcha atrás en su decisión antiatómica. El gobierno mantiene en pie y, de hecho ha reforzado el mensaje en los últimos días, la idea de decomisionar los siete reactores aún operativos durante los próximos 13 años. No hay cambio en los planes de no extender sus vidas útiles ni, por supuesto, proyectos de construcción.
En paralelo, van cayendo como piezas de dominó los países que sí se replantean sus clásicas políticas antinucleares. Los últimos: Bélgica, Alemania y Australia.
El gobierno belga ha alcanzado un acuerdo con la compañía energética Engie para extender al menos diez años más la vida de sus dos reactores operativos, que debían ser cancelados en 2026. El primer ministro ha declarado incluso que «esto puede ser solo el primer paso en una serie de futuras decisiones». Alemania, por su parte, es uno de los más sonados casos de cambio de rumbo que se han visto en la reciente historia nuclear. Sus tres reactores, que generan cerca del 11% de la electricidad debían haber sido cerrados este mismo año. Pero el gobierno ya ha anunciado su intención de replantearse el cierre. El 70% de los alemanes, según las últimas encuestas, está ahora a favor de mantener la producción de energía atómica en el país.
El caso más sorprendente es quizás el de Australia. Un país que jamás ha tenido un reactor nuclear en su territorio (aunque es el tercer exportador mundial de uranio) y que por primera vez ha puesto sobre la mesa el debate de construir su primera planta ante las dificultades para asumir los compromisos de descarbonización planteados para la próxima década.
Sea como fuera, parece que la energía atómica reverdece en todo el mundo. Nunca mejor dicho, después de que la Unión Europea haya concedido a este método de producción a partir de la fisión del uranio la etiqueta de tecnología «verde».
Según datos de la Asociación Nuclear Mundial, en 2021 la producción de energía atómica en el planeta alcanzó cifras casi de récord al lograrse 2.653 Teravatios- hora, 100 más de los producidos en 2020. Es el tercer año de mayor producción nuclear de la historia. Prácticamente en todo el mundo se ha acudido a la nuclear con más intensidad que en años anteriores. África, Asia, Europa del Este han mantenido su tendencia al alza. Europa occidental ha generado también más energía de origen atómico aunque sigue sin recuperar cifras de principios de siglo.
La más alta capacidad
La capacidad de generación total de todos los reactores en el mundo ha crecido también. De hecho nunca se había alcanzado una capacidad tan alta en un año: 370 GWe. Además, se ha reducido el número de reactores que estaban operativos pero no servían electricidad a la red por diferentes motivos. Por ejemplo, Japón está empezando a recuperar algunas plantas paralizadas tras el incidente de Fukushima Daiichi.
Durante 2021 se anunció el comienzo de las obras de 10 nuevos reactores nucleares en el mundo.
El renacimiento de la energía nuclear parece una evidencia. Según la Secretaria de Estado de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, «vamos directos a un planeta con más centrales nucleares que nunca». En su participación en la última sesión de las Naciones Unidas sobre energía y clima, la semana pasada, llegó a calcular que la demanda de nuevos reactores va a suponer un negocio de cerca de un billón de dólares en los próximos años. Eso incluye el precio de la construcción y la inversión secundaria en suministros e infraestructuras.
El pastel es suculento y ahora cuenta con un aval ideológico del que hace solo media década carecía. La energía nuclear empieza a considerarse una energía verde. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) pretende ser parte activa de la próxima Cumbre del Clima en noviembre. Algo realmente insólito si tenemos en cuenta que al comienzo de la lucha contra el cambio climático las «atómicas» no entraban en los planes de ningún mandatario.
La tensión antinuclear se ha convertido en un repentino «hype» proatómico. Algunos expertos de la IAEA ya están trabajando en un plan de asesoramiento a países de todo el planeta que se plantean construir sus primeros reactores. En palabras de su presidente, «el proceso debe llevarse a cabo con cautela». Hamad Al Kaabi, representante de Emiratos Árabes en la Agencia, es más explícito: «Nadie se compraría un coche si cada vez que se sube a él corre un riesgo de accidente».
El peor contratiempo para este amanecer nuclear podría ser un incidente en algunas de las plantas existentes que devolviera a la población los temores que ahora parecen haberse disipado.
Aporta hasta el 6,3% de la potencia eléctrica en España
El desarrollo del programa nuclear en España comenzó en la década de 1960, con la construcción y puesta en marcha de la primera central nuclear, José Cabrera –más conocida como Zorita- en la provincia de Guadalajara. Como recoge Foro Nuclear, nuestro país cuenta en la actualidad con instalaciones que cubren el ciclo de combustible completo: siete reactores nucleares operativos Almaraz I y II (Cáceres), Ascó I y II (Tarragona), Cofrentes (Valencia), Trillo (Guadalajara) y Vandellós II (Tarragona), una fábrica de combustible nuclear de Juzbado (Salamanca) y un centro de almacenamiento de residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad en El Cabril (Córdoba).
Junto con las instalaciones nucleares, España exporta productos y servicios y está presente en todo el ciclo nuclear en más de 40 países.
El parque nuclear español está formado por siete reactores en operación en cinco emplazamientos, con una potencia bruta instalada conjunta de 7.398,7 MWe (7.117 MWe netos), cerca del 6,31% del total de la potencia eléctrica instalada en el país. Genera cada año entre 55.000 y 60.000 GWh –más del 20% de la electricidad consumida en el país– convirtiéndose desde hace más de una década en la primera fuente de producción en nuestro sistema eléctrico.
Las centrales nucleares garantizan el suministro eléctrico las 24 horas todos los días del año.
El parque nuclear tiene un funcionamiento medio anual cercano a las 8.000 horas –de las 8.760 horas que tiene el año–, siendo así la tecnología que más horas opera en el sistema eléctrico. La prioridad esencial para las empresas propietarias es la seguridad a través del Sistema Integrado de Supervisión de las Centrales Nucleares (SISC) del organismo regulador, el Consejo de Seguridad Nuclear.
La producción eléctrica nuclear supone entre el 30% y el 40% de la electricidad libre de emisiones generada en el país, evitando cada año la emisión a la atmósfera de unas 30 millones de toneladas de CO2, según el Foro. La energía nuclear es la fuente que más ayuda a evitar emisiones contaminantes a la atmósfera.
En España hay actualmente dos centrales nucleares en desmantelamiento (Vandellós I y José Cabrera) y una más en proceso de pre-desmantelamiento (Santa María de Garoña). La central de Vandellós I (Tarragona) cesó su actividad en 1989 y desde 2004 se encuentra en fase de latencia (periodo de espera de 25 años hasta que se realice el desmantelamiento completo, previsto para 2028).
La José Cabrera (Guadalajara), más conocida como Zorita, cesó su actividad el 30 de abril de 2006 y en la actualidad está en proceso de desmantelamiento.
La central de Santa María de Garoña (Burgos) se encuentra en proceso de pre-desmantelamiento. El 1 de agosto de 2017 el Ministerio de Energía anunció la denegación de la renovación de la autorización de explotación.
La gestión del desmantelamiento de las instalaciones nucleares –a la finalización de su vida operativa- la realiza la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa).
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