Benedicto XVI

“Al ponerse el tricornio, Benedicto XVI bendijo a las víctimas, tan maltratadas por la Iglesia vasca”

El padre Ignacio María Doñoro explica el alcance del gesto del pontífice que hoy es enterrado

Cuando el Papa Benedicto XVI, que hoy será enterrado, se caló, en 2005, en la Plaza de San Pedro, el tricornio de la Guardia Civil española, había detrás algo más que un gesto. Se trataba de una especie de “desagravio” de la Iglesia Universal hacia las víctimas del terrorismo y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) tan maltratadas por la Iglesia vasca. Y fue un bilbaíno, el padre Ignacio María Doñoro de los Ríos, quien luego impulsaría los hogares Nazaret para niños en situación de extrema pobreza en el Amazonas peruano, quién, junto a dos alféreces alumnos de la Academia de Oficiales de Aranjuez, quién “urdió” el plan, que tanto eco tuvo a nivel mundial. El páter cuenta a LA RAZÓN cómo ocurrió todo.

P.- ¿Cuál era el propósito de esta idea?.

R.-Que el Papa se pusiera el tricornio en la Plaza de San Pedro no fue casual, sino algo concienzudamente estudiado. Se trataba de dar un golpe de efecto ante una situación en la que la propia Iglesia del País Vasco no estaba a la altura de las circunstancias ante la terrible situación que generaba el terrorismo. Los obispos vascos emitían pastorales en las que equiparaban a las víctimas con sus verdugos.

P.- ¿Y por qué entregar el tricornio a Su Santidad?

R.-En aquellos momentos el presidente de los Estados Unidos era George Bush, con una influencia sobre 132 millones de habitantes. Pero la persona con más carisma, con1.300 millones de seguidores, era el Papa Benedicto XVI. El gran reto era ponerle algo tan español como el tricornio, algo con los que todos nos sentimos tan identificados.

P.-¿Cómo consiguió estar en una posición tan próxima a Benedicto XVI?

R.-Conseguí las entradas de primera fila a través de la Embajada de España ante la Santa Sede y nos fuimos varias horas antes para estar en el lugar idóneo. Los carabinieri italianos nos echaron una mano. Me subí a la valla y me agaché a esperar el momento.

P.- ¿Y qué ocurrió entonces?

R.-Cuando llegó a nuestra altura el “papamóvil”, salté y me puse delante de él. Sólo había dos opciones: o me atropellaban o se paraban. Y ocurrió lo segundo. Entonces le entregué el tricornio. Me llamó la atención que lo cogiera con el dedo gordo y el índice, como cuando se eleva el Santísimo. Lo tomó con una unción tremenda, con una destreza que demostraba que era hijo de un gendarme alemán. Cómo había estado varias veces en España, conocía perfectamente a la Guardia Civil. Me conmovió su gesto de alegría inmensa.

P.- ¿Qué sintió?

R.- Ya se sabe: “Roma locuta, causa finita”, que quiere decir: “Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada”. Se acabaron las zaparrastrosas pastorales en las que se equiparaban a las víctimas con sus verdugos terroristas. Siempre he estado al lado de los que más sufrían, como ahora en la Amazonía peruana, y ese día nuestras víctimas y las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado habían recibido del Vicario de Cristo en la Tierra la respuesta, el apoyo y el abrazo que se merecen. Fue todo un gesto.

P.- Y su sentimiento personal...

R.- Pensaba en los obispos vascos, que nos habían negado los funerales, la cristiana sepultura, la oración y en ese momento, a través del tricornio de la Guardia Civil, el Vicario de Cristo en la Tierra mandaba la bendición a las víctimas y a los FCSE. La paz se basa en la justicia, no en la paz del silencio, en la paz de los cementerios sin que antes se haya hecho justicia con los afligidos.

P.- Por último, un mensaje desde la Amazonía.

R.-Es sencillo. Todo lo pueden encontrar en nuestra página web www.hogarnazaret.es y en los dos libros que he escrito “El fuego de María” y “El Secreto es Jesús”, de la editorial Nueva Eva, cuyos beneficios van íntegros a nuestra misión en Perú. Toda donación es poca para ayudar a todos estos niños en situación de extrema pobreza que convertimos en seres con futuro y, si se logran nuestras aspiraciones, hasta en universitarios.