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Salud Pública

Alcohólicos Anónimos: “Nos han llamado traidores por denunciar el asedio del negocio de las adicciones”

Según veteranos de Alcohólicos Anónimos, esta histórica y altruista organización está siendo víctima de estos intereses empresariales y se ha convertido en uno de los cotos de caza más suculentos para la monetización terapéutica.

Acto 88 aniversario Alcohólicos Anónimos. David JarLa Razón

El auge del autocuidado y la salud mental entre la sociedad tiene un valor indiscutible: ha contribuido a romper estigmas históricos, ha fomentado la conciencia sobre la importancia del equilibrio emocional y ha empoderado a muchas personas para tomar un papel activo en su propio bienestar. Este cambio cultural ha permitido que pedir ayuda ya no se perciba como una debilidad, sino como un acto de valentía y responsabilidad personal. Sin embargo, detrás de esta evolución en los valores sociales se consolida un negocio tan rentable como poco regulado. Una industria que ha hecho del malestar y la vulnerabilidad su modelo de negocio. Directores de clínicas privadas de desintoxicación, influencers del bienestar y del "mindfulness empresarial", y coaches emocionales y motivacionales sin titulación sanitaria ni supervisión clínica que ofrecen programas de recuperación exprés han levantado un mercado millonario, en muchos casos, sin que nadie les inste u obligue a priorizar al paciente por encima del beneficio.

En el caso de la adicción al alcohol, esta mercantilización se ha materializado con especial crudeza. Y es que, la urgencia del paciente y su entorno por encontrar soluciones rápidas favorece el negocio. “Estamos viendo cómo la salud pública ha dejado de ser un derecho para convertirse en un servicio premium”, comenta Manuel P., veterano de Alcohólicos Anónimos y uno de los autores del libro “La noche oscura de Alcohólicos Anónimos: Asediados por el negocio de las adicciones”.

En este libro hace una dura crítica de los “oportunistas” que se aprovechan del interés que suscita todo lo relacionado con la salud mental para hacer sus negocios, pero incide especialmente en la comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA), una institución que el próximo día 10 de junio celebra su 90 aniversario en el mundo. Según Manuel, “esta histórica y altruista organización está siendo víctima de estos intereses empresariales y se ha convertido en uno de los cotos de caza más suculentos para la monetización terapéutica”. Su testimonio es el de alguien que ha vivido la transformación de dentro hacia afuera, que ha visto cómo un modelo basado en la libertad ha comenzado a ceder espacio a estructuras jerárquicas y disciplinarias.

Una de las amenazas que se ciernen sobre AA es el Modelo Minnesota. Este enfoque nació en Estados Unidos en los años 50 impulsado por la Fundación Hazelden y se basa en la idea de que la adicción es una enfermedad crónica, por lo que promueve la abstinencia total como único objetivo. Su estructura combina el programa de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos con terapia individual y grupal dirigida por personal que, en muchos casos, son exadictos reconvertidos en “terapeutas”. “El problema es que estos terapeutas no tienen formación clínica rigurosa, reciben unas clases de Psicología barata y aplican el programa desde una posición autoritaria. Es un trato coercitivo, donde te dicen: o trabajas el programa como yo digo o recaerás”, explica Manuel.

Según denuncia Manuel con la autoridad que le dan sus 37 años de sobriedad dentro del movimiento de AA, el Modelo Minnesota ha ido derivando hasta convertirse en la columna vertebral de muchos centros privados que cobran sumas que oscilan entre los 3.000 y los 10.000 euros mensuales por internamientos prolongados. “Esto empezó como un negocio aparentemente inofensivo, una adaptación externa del programa de AA… Pero se ha convertido en una industria que no solo cobra por algo que, por definición, debería ser gratuito; sino que se basa en la anulación de la autonomía del paciente, la persecución coercitiva y el trato degradante. Y esta lógica de control se aleja completamente del espíritu de AA, basado en la libertad, la igualdad, el respeto mutuo y la ayuda. Nadie te da órdenes. Nadie te cobra. Solo compartimos nuestras experiencias. Eso genera una mística de la sobriedad que funciona, porque nace del afecto y no de la autoridad”.

El Modelo Minnesota no solo se ha implantado en clínicas privadas. Manuel denuncia la infiltración de algunos de estos “terapeutas” en algunos grupos de AA. “Al no encontrar empleo en las clínicas privadas, algunos partidarios y practicantes del Modelo Minnesota han terminado dirigiendo grupos de Alcohólicos Anónimos desde dentro. Imponen un modo de hacer autoritario, exigen que los recién llegados consigan cinco de los “Doce pasos de AA” en tres meses”, lamenta.

Las consecuencias de esta “contaminación” no son solo tienen que ver con una pérdida del espíritu original de Alcohólicos Anónimos, sino un impacto directo sobre las personas en proceso de recuperación. “La presión, el trato degradante, la persuasión coercitiva… todo eso puede quebrar a una persona. Se han dado casos de recaídas muy duras y hasta suicidios. Y lo peor es que a veces quienes sufren estas experiencias creen que eso es AA, cuando en realidad se trata de una distorsión”, alerta.

Para veteranos y defensores de Alcohólicos Anónimos como Manuel, lo más grave de la situación es el silencio institucional. Según cuenta, la Organización de Servicios Generales de AA en España —con sede en Avilés— no solo ha decidido ignorar la infiltración de terapeutas que ponen en práctica el Modelo Minnesota, sino que ha atacado públicamente a quienes, como él, la han denunciado. “Al principio pensé que era ignorancia, pero después de enviar cartas, de hablar en actos oficiales… y recibir a cambio insultos y acusaciones, empecé a pensar en una complicidad silenciosa. No sé si hay acuerdos, intereses o qué, pero lo cierto es que no han hecho nada por frenar esta deriva. Y eso es gravísimo”, afirma.

El conflicto ha derivado, incluso, en tensiones internas, con expulsiones simbólicas de veteranos críticos y acusaciones cruzadas que agravan la fractura. Algunos miembros con décadas de trayectoria en Alcohólicos Anónimos, con los que ha podido hablar LA RAZÓN, han sido excluidos de actos oficiales o desacreditados públicamente por manifestar su rechazo al Modelo Minnesota y a su infiltración en la organización. "Nos han llamado traidores, nos han acusado de dividir el movimiento, cuando lo que estamos haciendo es defender su esencia", denuncia Luis R., una persona que lleva 17 años asistiendo a las reuniones de ayuda.

Manuel, en un intento por despertar conciencias, dentro y fuera de la organización, ha dedicado todo el pasado año a escribir este libro. “Esto no es una cruzada personal. Es una defensa del modelo original de Alcohólicos Anónimos, el que ha salvado vidas durante décadas. Si permitimos que se pervierta, lo que estamos haciendo es abrirle la puerta a un modelo industrial, donde lo que importa no es la sobriedad del paciente, sino la rentabilidad del proceso. Porque cuando el sufrimiento se transforma en nicho de mercado, los más vulnerables son siempre los que más pierden”, sostiene.

Su mensaje, aunque incómodo para algunos, es claro: el sistema debe ser vigilado, protegido y defendido por quienes conocen su esencia y han experimentado su valor desde dentro. “No se trata solo de mantener una tradición, sino de preservar una herramienta viva que ha salvado millones de vidas”, concluye Manuel.