
Cumbre climática
Cerca de 5.000 delegados intentarán sentar las bases de la COP30, que se celebrará en Belén (Brasil)
Solo 22 países han registrado sus nuevos planes climáticos nacionales ante la ONU

La localidad alemana de Bonn acogerá desde este lunes hasta el próximo 26 de junio las Reuniones de las Naciones Unidas sobre el Clima con varios asuntos en las negociaciones, entre ellas cómo concretar el nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre financiación climática de 1,3 billones de dólares que los países en desarrollo deberán recibir en 2035.
Esa reunión, a la que se espera que asistan alrededor de 5.000 delegados nacionales y representantes de ONG, es la última conferencia preparatoria formal antes de que el próximo noviembre se celebre la 30ª Cumbre del Clima en Belén (Brasil), conocida como COP30, y el propósito fundamental es sentar las bases de esa conferencia.
Las negociaciones se llevarán a cabo tras la advertencia de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) el mes pasado de que hay un 86% de probabilidades de que en al menos uno de los próximos cinco años se supere el límite de 1,5 grados más de calentamiento global respecto a los niveles preindustriales, así como tras el cálculo de las aseguradoras de que solo en 2024 las catástrofes naturales causaron pérdidas por valor de 320.000 millones de dólares.
Antes de las conversaciones, el presidente de la COP30, André Correa do Lago, estableció las prioridades de Brasil para la cumbre de Belén en una serie de cartas donde destacó su intención de avanzar en temas como la transición para dejar atrás los combustibles fósiles, la inversión en adaptación y el acuerdo sobre un marco para una transición justa.
Sobre la cumbre de Bonn sobrevolará la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de sacar a su país del Acuerdo de París, algo que podría materializarse en enero de 2026.
"Tras la salida del Gobierno estadounidense, la atención se centra principalmente en el mayor bloque de países industrializados, la UE, y el mayor emisor, China", recalca Petter Lydén, codirector de Política Climática Internacional de la ONG Germanwatch.
Entre los asuntos más candentes sobre la mesa están la financiación climática internacional, avances de los planes climáticos de los países y el objetivo global de adaptación.
La base de las negociaciones en Bonn será lo acordado en la COP29, que tuvo lugar el año pasado en Bakú (Azerbaiyán), donde casi 200 países pactaron movilizar 1,3 billones de dólares en 2035 para los países en desarrollo o más vulnerables a los impactos climáticos.
Ese dinero procederá de "todas las fuentes públicas y privadas", es decir, no solo de las naciones ricas, sino de empresas, el comercio de carbono o nuevos impuestos a los combustibles fósiles o a multimillonarios.
Además, en Bakú se acordó que los países ricos aportarían al menos 300.000 millones de dólares a las naciones pobres en 2035 (el triple de lo comprometido para 2020), a través de una amplia variedad de fuentes, públicas y privadas, bilaterales y multilaterales, e incluso con aportaciones de los bancos multilaterales de desarrollo.
Pero queda por concretar la hoja de ruta. "Necesitamos más claridad sobre cómo alcanzar los 1,3 billones de dólares para la financiación climática. Además de los compromisos de financiación pública de los países industrializados, también necesitamos recomendaciones concretas sobre medidas que faciliten la inversión privada a gran escala en la protección del clima", según Ute Sudmann, directora de Finanzas Sostenibles de Germanwatch.
Los expertos prevén que la Hoja de Ruta de Bakú a Belén, lanzada en la COP29, establecerá cómo se logrará ese objetivo de que los países ricos tripliquen la financiación climática hasta los 300.000 millones de dólares para las naciones en desarrollo, como parte de un objetivo mayor de movilizar 1,3 billones de dólares en 2035. El informe final de este asunto podría consensuarse en la COP30.
Por otro lado, la cumbre de Bonn evaluará el trabajo realizado en el Objetivo Mundial de Adaptación (OGA, por sus siglas en inglés), el compromiso del Acuerdo de París para impulsar el progreso mundial en materia de adaptación para los países más golpeados por la crisis climática.
Ello incluirá una revisión de los 490 indicadores publicados recientemente, destinados a medir el progreso del objetivo, y un acuerdo sobre un proceso para reducirlos a la meta de 100 después de Bonn.
Ese Objetivo carece ahora de una cifra de financiación. Un informe de la ONU concluye que se necesitan entre 215.000 y 387.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2030.
Por otra parte, solo 22 países han registrado ante la ONU sus nuevos planes climáticos nacionales con objetivos para 2035, según pudo comprobar Servimedia (Brasil, Suiza, Estados Unidos, Botsuana, Uruguay, Reino Unido, Nueva Zelanda, Andorra, Lesoto, Santa Lucía, Ecuador, Zimbabue, Islas Marshall, Singapur, Canadá, Japón, Montenegro, Malasia, Cuba, Zambia, Kenia, Moldavia y Nepal), un requisito que Naciones Unidas espera que cumplan la gran mayoría antes de la COP30.
Solo uno (el de Reino Unido) ha sido calificado como acorde con el objetivo de 1,5 grados de calentamiento global establecido en el Acuerdo de París. China, la UE y la India se encuentran entre los principales contaminadores que aún no han fijado sus objetivos para 2035.
La UE dará a conocer su objetivo climático para 2035 el próximo mes de julio, aunque, según algunos analistas, corre el riesgo de perder su liderazgo en esa materia, pese a haber atraído el año pasado 334.000 millones de dólares en inversiones para cero emisiones netas.
China e India, dos de los mayores emisiones del mundo, también deben cumplir nuevos y ambiciosos objetivos para 2035, respaldados por políticas concretas. Unos nuevos planes climáticos nacionales más sólidos también suponen una oportunidad económica.
Según un reciente informe de la OCDE, unos objetivos mejorados podrían impulsar el PIB mundial en un 0,2% para 2040 y hasta un 13% para 2100, mientras que la podrían sacar de la pobreza a 175 millones de personas.
Al mismo tiempo, la transición hacia las energías limpias se está acelerando, con una inversión conjunta de alrededor de 2,2 billones de dólares en energías renovables, energía nuclear, redes eléctricas, almacenamiento, combustibles de bajas emisiones, eficiencia y electrificación, el doble de los 1,1 billones de dólares que se destinan al petróleo, el gas natural y el carbón, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Sin embargo, ese progreso no avanza lo suficientemente rápido. En la COP28, celebrada en Dubái en 2023, todos los gobiernos se comprometieron a triplicar la energía limpia y a abandonar los combustibles fósiles, informa Servimedia.
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