Bélgica

En las entrañas de la Grand Place de Bruselas

Un grupo de arqueólogos radiografía el corazón de la capital belga, sin realizar una sola excavación, para dibujar sus vestigios

La Grand Place de Bruselas, en una imagen de estos días/Mónica Faro
La Grand Place de Bruselas, en una imagen de estos días/Mónica Farolarazon

Un grupo de científicos compuesto por arqueólogos, geólogos y geofísicos ha radiografiado la céntrica Grand Place de la capital belga para trazar su «mapa subterráneo», un proyecto con el que esperan dibujar su historia anterior a 1695, cuando las tropas francesas de Luis XIV la asolaron por completo.

El proyecto, financiado por la Fundación Rey Balduino con un modesto presupuesto de 30.000 euros, es un estudio arqueológico sin excavación, gracias a la tecnología de radares y prospección electroestática, técnicas «no invasivas», según los propios científicos, que ofrecen sin embargo imágenes de gran nitidez.

Con ellas, los científicos -procedentes de Francia, Italia y Bélgica y liderados por el arqueólogo francés François Blary, profesor de la Universidad Libre de Bruselas- esperan descubrir lo que esconden la Grand Place y sus alrededores, y «comprender mejor la evolución urbanística del corazón de la capital belga».

«El concepto es aplicar tecnologías innovadoras que permitan investigar nuestro pasado sin excavar y sin hacer daños a las infraestructuras existentes», dijo a Efe el geofísico italiano Gianluca Catanzariti, que ha investigado durante diez años en la Universidad Complutense de Madrid.

Entre otros proyectos, el italiano ha trabajado en la investigación que ha resuelto recientemente el gran enigma de las cámaras ocultas en la tumba de Tutankamón en Egipto, y ha descartado finalmente la existencia de estas estancias gracias a un radar de gran precisión.

Una tecnología «moderna y multicanal», explica el científico, que permitirá «registrar unos cuantos perfiles verticales y producir unos mapas completos que podrían entenderse como una tomografía de la superficie investigada», de hasta dos metros de profundidad.

«No son diagramas o manchas que nadie entiende: queremos difundir contenidos nítidos que sean también entendidos por arqueólogos, mapas que reflejarán la distribución geométrica de lo que hemos encontrado debajo de los adoquines», agrega.

Esta tecnología se complementa con la utilizada por los geofísicos franceses de la Universidad Paris VI, una técnica de transmisión de corriente con un equipo electroestático: una especie de «catamarán» que «barre» progresivamente la plaza por bandas de un metro de largo y genera una serie de fórmulas numéricas que los científicos lograrán traducir en imágenes.

Con este mapa en 3D, los investigadores comprenderán mejor la evolución topográfica de la plaza y sus calles adyacentes por debajo del nivel de construcción actual, del 1695, tras el bombardeo de Bruselas durante la Guerra de los Nueve Años, uno de los episodios más trágicos que ha vivido la Grand Place.

Un lugar transitado a diario por miles de turistas, patrimonio de la UNESCO desde 1998, que fue también escenario de la quema de los primeros mártires protestantes por la Inquisición en 1523 y vivió un nuevo periodo de expansión comercial tras su reconstrucción.

Precisamente, la reconstrucción digital de sus estructuras subterráneas permitirá también comprender la evolución comercial de la plaza y sus viviendas adyacentes, «que probablemente tengan bodegas o cuevas», según los científicos.

El resultado del estudio estará listo en unos meses, aunque ya adelantan que encontrarán elementos anteriores al siglo XIV que «cuestionarán las teorías actuales sobre la ciudad y sus desarrollos, y trazarán una cronología complementaria a las fuentes escritas ya existentes», dijo a Efe Blary.

Por ejemplo, los científicos destacan la existencia de una fuente octogonal «que puede convertirse en un nuevo atractivo turístico».

Sin embargo, Blary admite que su objetivo no es «ni mucho menos» levantar la plaza sino «descubrir su memoria histórica», ahora que por fin los turistas han logrado librarse de los andamios que durante años han tapado sus casas de piedra en restauración. EFE