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San Sebastián

Condenado a casi 25 años por violar a su novia durante las visitas en la cárcel

Ejercía un control absoluto sobre su pareja, obligándola a aislarse en casa y limitando sus movimientos y comunicaciones

Vista de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa Ep

Un varón ha sido condenado por la Audiencia de Guipúzcoa a penas que suman 24 años y 9 meses de prisión, así como a 30 días de localización permanente, por maltratar a su novia, con la que tiene una hija en común, y a la que golpeó mientras estaba embarazada y violó durante las visitas íntimas que ella le hizo en prisión.

La sentencia del caso, a la que ha tenido acceso EFE, considera a este hombre responsable de un delito continuado de violación; de un delito de maltrato habitual; de ocho delitos de maltrato no habitual, de un delito continuado de vejaciones y de un delito leve continuado de amenazas.

La resolución, que contempla la agravante de reincidencia para los delitos de maltrato y amenazas, le impone asimismo distintas penas de alejamiento de la víctima y prohibición de comunicarse con ella, y le condena a compensarla con 20.000 euros por los daños causados.

Control sobre la víctima

Los hechos se produjeron entre febrero y mayo de 2019 en un piso de Andoain y en otro de Pasaia en los que la pareja convivió, si bien algunos de los episodios sucedieron en prisión, donde el hombre estuvo ingresado por una causa diferente, y desde donde "continuó ejerciendo un control sobre la vida de la víctima".

El texto judicial explica que la situación de maltrato tuvo lugar desde el inicio de la relación sentimental, momento a partir del que el procesado "ejerció una posición de dominio, poder y control sobre la vida, relaciones y movimientos" de la chica con la intención de tenerla sometida a su voluntad.

Un contexto en el que le daba órdenes sobre cómo debía comportarse, le prohibía abandonar el domicilio sin él, tener contacto con terceras personas y salir a espacios comunes de la vivienda durante el tiempo en el que residieron en un piso compartido.

Asimismo, le impedía tener teléfono móvil y estudiar, y le ordenaba caminar por la calle con la cabeza hacia abajo para que no pudiera ver a otros hombres.

La sentencia revela que el inculpado lograba situarse en esta "posición de dominio" a través del "empleo constante, sistemático y habitual de violencia física, psíquica y ambiental" contra la mujer.

Para ello, cada vez que la víctima hacía algo que él desaprobaba, o se enfadaba por cualquier motivo, "propinaba golpes en las paredes, y rompía puertas, manillas y cristales", además de insultarla y ejercer violencia física contra ella con una frecuencia diaria.

Unos episodios entre los que la resolución cita varias oportunidades en las que la agredió estando embarazada, y otras en las que le colocó un cuchillo en distintas partes del cuerpo llegando incluso a clavárselo en una pierna.

Llamadas telefónicas

En junio de 2019, tras ingresar en prisión, el encausado ordenó a la chica que se fuera a residir a casa de los padres de él y, pese a estar en un centro penitenciario, continuó ejerciendo desde allí un control sobre ella a través de los contactos presenciales que mantenían en este lugar, así como por medio de llamadas telefónicas.

En este contexto le ordenaba bajar las persianas de la casa, que no saliera, que no se relacionara con nadie, que no tuviera móvil, y que no viera la televisión salvo dibujos animados.

Los episodios violentos se repitieron también en sus encuentros íntimos en la cárcel, donde la acusaba de mirar a los funcionarios de prisiones y la agredió sexualmente si la víctima no hacía lo que él quería y a pesar de que ella le pedía que parara.