Día del Soltero

Cuántos solteros hay en España y por qué podría ser el fin de familia tradicional

Cada 11 de noviembre se celebra a nivel internacional el Día del Soltero, que nació en una universidad de China

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Cada 11 de noviembre se celebra el Día Mundial del SolteroLa Razón

El 11 del 11 es un día con un significado especial y no únicamente por el sorteo extraordinario de la ONCE. Durante esta jornada también se celebra de forma internacional el Día Mundial del Soltero, que se originó en la Universidad de Nankín​ en 1993. Este día fue escogido porque el uno representa a una persona en soledad y durante el mismo se realizaban eventos como citas a ciegas para que los solteros dejasen de serlo. El Alibaba Group registró el término y se convirtió en un evento comercial clave en China que se ha ido disipando con el paso de los años.

Ahora el evento más fuerte en el mes de noviembre es el Black Friday, pero es un día marcado para analizar la sociedad. Estar soltero no es solo una elección, a veces es una obligación debido a los problemas económicos, laborales o de otros tipos. Hace décadas España era un claro país marcado por la familia tradicional, pero todo ha ido evolucionando y en la actualidad existe una gran duda sobre si la mayoría de la sociedad es soltera o no.

¿Cuántos solteros hay en España?

Según la última Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el tercer trimestre de 2025 en España hay 21,7 millones de personas solteras. Esta cifra supone más del 50% del total de personas mayores de 16 años, que son 41,2 millones según muestra el propio INE. Ha subido exponencialmente desde los 18,1 millones que había hace una década, es decir, en el tercer trimestre de 2015.

Solteros o casados, ¿quiénes son mayoría?
Solteros o casados, ¿quiénes son mayoría?larazon

¿Por qué ha aumentado el número de solteros?

Detrás de esos números no hay una única causa. La precariedad laboral, la inestabilidad económica y el encarecimiento de la vida, con la vivienda paso especialmente complicado a nivel económico, dificultan que muchos jóvenes logren una independencia que tradicionalmente ha sido requisito para formar pareja y hogar.

A esto hay que añadir que cada vez los españoles deciden contraer matrimonio más tarde: en la actualidad las mujeres contraen matrimonio de media a los 33,4 años y los hombres a los 35,6; en los años ochenta las medias se situaban en torno a 22 y 25 años, respectivamente. El resultado es una generación que se empareja más tarde, o que decide no hacerlo, y que, por tanto, reduce el tiempo y las probabilidades de generar una descendencia numerosa.

¿Es el fin de la familia tradicional?

Estos números sobre el matrimonio muestran que los españoles cada vez deciden casarse menos y más tarde, lo que pone en duda el fin de la familia tradicional, que es aquel núcleo familiar que consta de dos progenitores y uno o más hijos. Esto no indica necesariamente su desaparición absoluta, pero sí su declive como norma mayoritaria. El incremento de quienes optan por la vida en solitario o por unir sus proyectos vitales fuera de los cauces clásicos modifica la estructura demográfica y social.

Menos matrimonios y edades más elevadas para casarse tienden a traducirse en menos nacimientos y en un aumento de hogares compuestos por una sola persona, dos adultos sin hijos o familias reconstruidas. La presión económica añade una capa adicional: cuando acceder a una vivienda propia es inviable, la formación de hogares estables se retrasa o se descarta.

Además, la transformación no es sólo cuantitativa sino cultural. La autonomía personal, la aspiración profesional, la reconfiguración de los roles de género y la aceptación social de modelos diversos han normalizado alternativas al matrimonio y a la maternidad/paternidad temprana. Sin embargo, hablar del fin del modelo tradicional exige matices ya que muchas personas todavía optan por formar pareja y tener hijos. La transformación del modelo familiar no significa una mera sustitución por un único nuevo patrón, sino la coexistencia de múltiples formas de convivencia. Lo que sí resulta evidente es que el arquetipo predominante que marcó gran parte del siglo XX ya no es la referencia mayoritaria.