La Fiscalía pide 147 años de cárcel

El entrenador que se llevaba ropa interior de sus víctimas irá a juicio

El agresor sexual ofrece un acuerdo económico pero las familias se niegan: "Lo que queremos es que no salga de la cárcel"

La madre de una víctima del agresor sexual de Huelva: "Quería llegar a un acuerdo económico pero nosotras no queremos que salga de prisión"
La madre de una víctima del agresor sexual de Huelva: "Quería llegar a un acuerdo económico pero nosotras no queremos que salga de prisión"LR

Cuando abrieron su taquilla del despacho que tenía en el campus deportivo de la Universidad de Huelva los agentes de la UFAM (Unidad de Atención a la Familia y la Mujer) de la Policía Nacional no daban crédito: había ido acumulando la ropa interior de sus víctimas cual psicópata de manual. Pero no era un «monstruo» cualquiera, para todo el barrio era simplemente «Paco», el afable entrenador de fútbol de las chicas adolescentes del Club Amigos 80.

Paco es en realidad Francisco Manuel López Añañeiro y el pasado 20 de febrero cumplió los 65 entre rejas. Fue arrestado en enero de 2023 después de que una de sus víctimas acabara la noche del 8 de enero en el Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva con una importante crisis de ansiedad después de recibir más de 30 llamadas de su entrenador y agresor sexual. Al día siguiente fueron a la comisaría y el entrenador fue arrestado.

Ella fue quien abrió la caja de pandora porque después de la suya llegó un incesante goteo de denuncias, de compañeras que habían sufrido lo mismo. Besos sin consentimiento, cachetes en el culo, tocamientos en pechos y pubis, masajes «para tratar los abductores» con la excusa de llegar con la crema hasta la ingle... Y luego llegaban los whatsapps y las conversaciones «tan normal» con las familias de las chicas para hacerlas creer que él no tiene nada que esconder y que no hay ningún ánimo libidinoso detrás de su comportamiento.

La Policía llegó a encontrarle un vídeo que había grabado a una de las chicas orinando entre dos coches sin ropa interior. Hay 21 denuncias pero las víctimas, desgraciadamente, son muchas más. No se han atrevido a denunciar y muchas siquiera lo han llegado a contar en casa. Quieren evitar ir a declarar al juicio que está ya a la vuelta de la esquina.

Las secuelas de una agresión sexual

Los nervios por enfrentarse a esta situación está revolviendo a muchas de las víctimas, como la hija de V. "Lleva con medicación para la ansiedad mucho tiempo pero la semana pasada, por ejemplo, tuvo que ir tres veces al psicólogo porque le dio una crisis muy fuerte en una charla y tuvo que irse del instituto", explica. La menor ahora tiene 17 años y los hechos sucedieron cuando tenía de 12 a 13 años. Ha tenido tres intentos autolíticos y las pesadillas no terminan de irse. Las secuelas de una agresión sexual también repercuten en la familia de las chicas y V. también ha necesitado tratamiento. Aún así, han rechazado el acuerdo económico al que pretendía llegar el agresor sexual (ofrecía la vergonzosa cifra de 1.000 euros a cada víctima), para quien la Fiscalía pide 147 años de cárcel. "Nosotras no queremos dinero, queremos que se pudra en la cárcel, que no salga de ahí", explica V. y por eso irán a juicio a pesar de que esto supone hacerles pasar el trago de revivir las agresiones a las chicas.

Evitar la revictimización

La abogada que ejerce la acusación de la mayoría de las víctimas, Patricia Catalina, también lo tiene claro. «Nos hemos visto obligados a rechazar el acuerdo planteado por no encontrarlo ajustado a Derecho. Si hubiera sido al menos, cercano y acorde con los hechos cometidos, las familias de las niñas a las que represento hubieran aceptado con tal de que las pequeñas no tuvieran que volver a declarar en juicio oral», asegura. Y todo, con un motivo principal. Mi objetivo era evitar la revictimización secundaria de las niñas en este sentido pero no ha podido ser porque el ofrecimiento de rebaja de pena a través de atenuantes (absolutamente inexistentes desde mi punto de vista), ha sido hasta ofensivo para las víctimas. No nos queda más remedio que llegar a Juicio, conseguir una condena justa para las niñas y sus familias y con ello, que puedan descansar y algún día recuperarse de lo vivido». Para la letrada, el tema económico respecto de las indemnizaciones ofrecidas, «también irrisorias», es para ellas «lo que menos importa: las familias sólo piden Justicia no dinero».

«No olvidemos que la petición fiscal es de 147 años y lo que ofrece la defensa es, que reconociendo los hechos y abonando cantidades irrisorias por cada niña (son 21), cumpla 11 años y seis meses. Llevando dos años y tres meses en prisión a día de hoy, cuando la condena sea firme, podría estar pocos meses más disfrutando de permisos penitenciarios. ¿Dónde estaría el reproche penal entonces? Tenemos que ir a Juicio», insiste.

30 años como entrenador

Así, "Paco", se sentará en el banquillo y tendrá que escuchar lo que hizo a esa veintena de niñas aunque él bien sabe que fueron muchas más. El "shock" en el barrio fue tremendo porque "Paco" llevaba 30 años como entrenador de fútbol. "Fíjate si nos quedamos heladas que hasta fue el entrenador de mis hermanos", confiesa la madre de esta víctima. Y es que Francisco Manuel López consta como personal laboral fijo en la Universidad de Huelva desde octubre de 1993 como Técnico Especialista adscrito al Servicio de Actividades Físicas y Deportivas pero realmente solo utilizaba las instalaciones del campus para tener un espacio donde estar a solas con sus alumnas y víctimas que captaba como entrenador en el Club de Fútbol Amigos 80, un club femenino.

Allí les daba los masajes, les hacía probarse ropa de la nueva equipación y aprovechaba para quedarse la ropa interior de las chicas. Siguió el mismo patrón de comportamiento al menos, desde 2016 hasta diciembre de 2022, que fue cuando se interpuso la primera denuncia y fue arrestado. Sin embargo, la Policía también cree que llevaba muchos años actuando impunemente. Aunque en los vestuarios del lugar de entrenamiento ya les incomodaba que se metiera en las duchas para verlas desnudas (y así se lo hicieron saber pero él se hizo el ofendido) era en su despacho del campus universitario donde las llevaba para estar a solas con cada una y a puerta cerrada.

Según la denuncia de una de las menores, le dijo que se tumbara boca abajo para masajear la pierna y empezó a besarla por la zona del culo. Ella, bloqueada, se queda paralizada por el miedo. Luego él se va de la sala y al volver le da un tanga y una sudadera «de regalo» y se queda su ropa interior. Al marcharse pasan por un cuarto donde guardaba el material deportivo ve un tanga fucsia que reconoce como el de una compañera. Durante el camino de regreso a casa (él la lleva en coche) le iba diciendo frases del tipo: «Eres un monumento de niña, de mayor vas a tener un cuerpazo, te voy a poner un espejo delante para que te veas desnuda».

"Bonita, ¿vas a venir?"

También le dijo que tenía la foto de un pubis depilado con forma de corazón, que se lo había hecho a una alumna, y que si quería también podía hacérselo a ella. Ese mismo día el presunto agresor llamó a la madre de la menor para decirle que estaba muy contento con su hija. Era otra de sus técnicas: hacer creer a la familia que todo estaba en orden.

Ropa interior de las víctimas incautadas al agresor
Ropa interior de las víctimas incautadas al agresorLR

En su atestado, el instructor de las diligencias policiales explica a la autoridad judicial que, tras la exploración de varias víctimas, observan un claro patrón de comportamiento. Primero, las víctimas se acercan a él al comenzar a jugar en su equipo de fútbol; después, él contacta con ellas por WhatsApp o redes sociales, luego se ofrece a llevarlas a casa tras los entrenamientos y se interesa por detalles de su vida personal o les piropea y, «una vez ya asegurada la relación de superioridad», propone «masaje beneficioso» para su salud física.

Una de las denunciantes, que describió a los agentes idéntico modus operandi con la crema (al ir a limpiarle los restos con una servilleta le introdujo los dedos en la vagina) dice que ante su negativa de darse un segundo masaje él le escribió al WhatsApp: «Me pareces patética si no te dejas curar» y, poco después, insistió: «Bonita, vas a venir?».