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Estos son los cables que nunca debes conectar a un alargador, según un electricista

Algunos dispositivos pueden provocar sobrecalentamientos e incluso incendios en los casos más graves

Estos son los cables que nunca debes conectar a un alargador, según un electricista
Estos son los cables que nunca debes conectar a un alargador, según un electricistaLa Razón

En casi todas las casas pasa lo mismo: faltan enchufes y sobran aparatos. La solución rápida suele ser siempre la misma: sacar una regleta del cajón, enchufar un alargador detrás del mueble del salón o tirar de un ladrón para multiplicar las tomas de corriente.

Cada año, los electricistas repiten el mismo aviso: los alargadores no son una extensión mágica de la instalación eléctrica, sino un punto débil más, y hay aparatos que nunca deberían conectarse a ellos. El electricista Paul Martínez, responsable de la empresa Electrified NYC, insiste en que, cuando un aparato consume mucha potencia, el alargador se convierte prácticamente en el eslabón más frágil de la cadena. Ese eslabón, si falla, no lo hace de forma silenciosa: puede sobrecalentarse, fundirse o, en el peor de los casos, provocar un incendio.

El problema de fondo no está solo en el propio alargador, sino en cómo se usa. Muchas regletas y cables están pensados para alimentar pequeños dispositivos de bajo consumo: lámparas, cargadores, un portátil, quizá una televisión. Pero, en el día a día, acaban soportando cargas para las que no han sido diseñados: freidoras de aire que superan los 1.800 o 2.000 vatios, microondas que reclaman toda la potencia de una toma solo para ellos, estufas eléctricas encendidas durante horas o aires acondicionados portátiles trabajando al límite.

Martínez aconseja usar una regla sencilla para orientarse: cualquier aparato que consuma más de unos 1.500 vatios debería ir conectado directamente a un enchufe de pared, nunca a un alargador. Si además compartimos esa regleta con otros aparatos encendidos al mismo tiempo, el cable puede empezar a calentarse sin que nos demos cuenta.

Otro clásico peligroso en los hogares es el de las regletas encadenadas. Cuando una se queda corta, se enchufa otra y a veces incluso una tercera. A simple vista parece que no pasa nada, pero el riesgo sigue ahí. Al final, toda la potencia pasa por un solo enchufe de pared, una situación que, como advierte Martínez, parece normal hasta que un día algo deja de funcionar y ya es tarde.

Mucha gente confía en que las protecciones integradas en las regletas son una garantía suficiente. Ayudan, por supuesto, pero no hacen milagros. Están pensadas sobre todo para proteger frente a picos de tensión, tormentas eléctricas o cortocircuitos evidentes, no para solucionar un problema de sobrecarga térmica prolongada en el cable.