Amplia transmisión
H5N1: un virus letal con gran capacidad de mutar
Los casos en aves se multiplican a nivel mundial y crecen entre los mamíferos. Aunque el riesgo para las personas es bajo, preocupa que surja una variante con capacidad pandémica que «salte» a los humanos
La gripe aviar A es una vieja conocida entre los expertos. Los primeros casos de esta enfermedad se detectaron en Italia a finales del siglo XIX. Y las primeras infecciones en humanos del subtipo H5N1, el que más preocupa por su alta letalidad (en torno al 51,4%) se registraron en 1997 en un brote en Hong Kong en 18 personas, seis de las cuales fallecieron. La transmisión al ser humano es inusual, pero puede suceder por el contacto directo con aves infectadas o su entorno, y los síntomas –sobre todo de tipo respiratorio– pueden variar de leves a graves, y llegar a ser mortales.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud Animal (OMSA) de mayo de este año señala que los brotes de gripe aviar en mamíferos se duplicaron en 2024 en comparación con 2023, con 1.022 focos en 55 países. Aunque el riesgo de infección en humanos sigue siendo bajo, cuantos más mamíferos se infectan, mayor es la probabilidad de que el virus se adapte a la transmisión entre otros mamíferos, e incluso en humanos.
En este sentido, Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, señala a LA RAZÓN que los virus de la influenza aviar «no se transmiten fácilmente entre humanos; sin embargo, la preocupación radical estriba en su capacidad de mutar y adaptarse a mamíferos, lo que podría facilitar el salto de especie». Asimismo, este experto en Salud Pública incide en que «inquieta la amplia circulación en aves silvestres y de corral, que aumenta las oportunidades de recombinación genética, y los brotes recientes en mamíferos, que sugieren una mayor capacidad de adaptación del virus».
Así, en EE UU se ha producido un aumento destacado de casos del subtipo H5N1 en el ganado vacuno, así como en cerdos. También se han detectado casos en este país en ratones, ciervos, topillos de las praderas, gatos domésticos o mapaches, entre otros. En Canadá se han confirmado en gatos, mofetas, visones y zorros, mientras en Japón se detectó en focas y en el sur de Vietnam en tigres, leones y en un leopardo.
En Europa, desde la primavera de 2024 y hasta diciembre del año pasado no se notificó ningún caso en mamíferos, pero los positivos volvieron a aparecer en Eslovenia en zorros y en Noruega en lince boreal, y en enero de este año Islandia comunicó el primer caso del mundo de H5N5 en un gato doméstico, mientras que en marzo se confirmó el subtipo H5N1 en una oveja en Reino Unido, tras vigilar de forma rutinaria ganado en una instalación donde se había confirmado la presencia de influenza aviar en aves cautivas (gallinas y patos). Entre marzo y junio de este año se confirmaron nuevos casos en mamíferos salvajes y domésticos de la UE, y los últimos fueron entre junio y septiembre en cuatro zorros árticos en Noruega.
Tras la detección de 48 nuevos focos de gripe aviar, la Unión Europea publicó el pasado martes una decisión ejecutiva con la que modificó la zonas de protección en Bélgica, Dinamarca, Alemania, Francia, Italia, Hungría, Países Bajos, Polonia y Suecia. La Comisión Europea recordó que los virus que provocan la gripe aviar de alta patogenicidad (GAAP) pueden infectar a las aves migratorias, que a su vez pueden propagar los virus a largas distancias en el proceso migratorio de otoño y primavera.
Por este motivo, hay una amenaza continua de introducción de estos virus en explotaciones en los que se crían aves de corral u otras aves cautivas. En España, el Gobierno decretó el jueves el confinamiento de todas las aves de granja, medida que ya estaba en marcha desde el lunes en 1.200 municipios en zonas consideradas de especial riesgo, y hasta el momento ha habido que sacrificar más de 2,5 millones de aves.
A nivel nacional, «los servicios veterinarios oficiales trabajan en red con los centros de salud pública, y se aplican sistemas de vigilancia integrada ‘‘One Health’’, que cruzan los datos de granjas, fauna silvestre y humanos expuestos, lo que permite una detección temprana y una respuesta rápida ante posibles casos zoonósicos (de transmisión a los humanos)», señala Joan Carles March.
El papel de los veterinarios es esencial en este cometido, explica Ursula Höfle, doctora de la Universidad de Castilla-La Mancha y miembro del Grupo SaBio del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos IREC (CSIC-UCLM-JCCM), «ya que pueden informar sobre los riesgos, rutas de contagio, las medidas a tomar y su eficacia, y qué vigilar para poder detectar cualquier riesgo o caso, y cómo actuar ante ello».
Höfle indica que, «en caso de sospecha de un foco la notificación por el veterinario ha de ser inmediata, así como la inmovilización de la explotación, y la toma de muestras para el diagnóstico y confirmación en el laboratorio central de veterinaria. Si el brote se confirma, se procede de forma inmediata al sacrificio de todas las aves de la granja y la destrucción de los cadáveres. Además, se establece una zona protección de un radio de 3km alrededor de la granja afectada y otro de 10km de vigilancia con restricciones de movimientos de aves y productos, y en los que se analizan muestras de todas las granjas existentes».
La investigadora destaca que, pese a que en este momento el riesgo para la avicultura es alto, en lo que se refiere a personas es «bajo, ya que actualmente los casos de transmisión del virus de influenza aviar implicado se han limitado a exposición prolongada e intensa en explotaciones avícolas afectadas». Por este motivo, Höfle afirma que se trata de una «enfermedad profesional, y la transmisión se puede prevenir con los equipos de protección individual y medidas de higiene adecuadas», tanto del personal de la explotación, como de los veterinarios y del personal implicado en el sacrificio y la destrucción de las aves, apunta.
En esta línea, además de lo anterior explica que existe un protocolo perfectamente definido para tratar de evitar que la gripe aviar salte de las aves a los mamíferos, como es «un doble seguimiento basado en la toma de muestras y detección molecular del virus, y de vigilancia pasiva basado en la detección de síntomas compatibles con la infección». La doctora señala que además es recomendable que el personal de riesgo se vacune de la gripe estacional (humana) «para impedir que pueda ocurrir una coinfección con la influenza aviar y humana en una misma persona y pueda traer como consecuencia la recombinación de ambos virus».
En el caso de que se identifique un caso de una persona que ha estado en contacto con aves infectadas o sospechosas «se activa un seguimiento clínico durante 10 días, que incluye evaluación médica inmediata y toma de muestras respiratorias si hay síntomas. Y se activa la vigilancia activa por parte de Salud Pública», explica March. En algunos casos se recurre a «profilaxis antiviral preventiva (con fármacos como osetalmivir, por ejemplo)». Y si se confirman síntomas compatibles se proceder al «aislamiento y pruebas diagnósticas». Además, se realiza el rastreo de contactos y la notificación obligatoria a las autoridades sanitarias.
Hoy por hoy, March considera que no hay indicios de que la gripe aviar pueda convertirse en pandemia, «ya que no existe transmisión sostenida entre humanos». No obstante, este experto reconoce que la situación evoluciona constantemente, y que el hecho de que el virus «circule ampliamente en distintas especies incrementa la posibilidad de que surja una variante con esa capacidad».