
La opinión de Paloma Pedrero
¡Ay, la soledad!
Dicen los estudios que donde más aqueja este sentimiento es en la adolescencia y la vejez

No es fácil entender o explicar por qué personas que viven solas e, incluso, aisladas, no sienten la angustia de la soledad, mientras que otras, más acompañadas, viven perennemente perseguidas por un sentimiento atroz de destierro o abandono de los otros. Seguramente los expertos en la mente tengan alguna respuesta. Seguramente es algo que viene de muy atrás. Quizá del día que tus padres se conocieron o de cuando te gestaron o de cuando te criaron. No lo sé, lo que sí sé es que ese sentimiento casi irracional, genera en las personas un sufrimiento difícil de superar por mucho que descubran su origen. Dicen los estudios que donde más aqueja este sentimiento es en la adolescencia y la vejez. Etapas, ambas, en que el suelo se mueve bajo los pies y se necesita más que nunca que te agarren. Etapas de enorme vulnerabilidad donde transitas por un camino sin retorno, el de dejar la niñez y la vida. ¡Cuántos niños expresan que no quieren dejar de ser niños! Y, aunque quizá esto no lo digan, sienten que ya no son merecedores de los cuidados esenciales de sus padres. De bañarlos, de vestirlos, de besarlos impetuosamente, de llevarlos a la cama… Además, su grupo de iguales, en similar imposición, renegará de estos sentimientos. ¿Quién me cuidará, entonces? De los dieciséis a los veinticuatro años, constatan los estudios, los muchachos sufren muchas dolencias que en algunos casos acaban en depresiones y suicidios.
Los mayores de setenta y cinco años, en la recta final de su vida, vuelven a sufrir la tormenta de la soledad. Porque muchos están real y absolutamente solos, porque se quedaron viudos o divorciados, porque no tuvieron hijos o los hijos volaron, porque vivimos aislados… Porque los mayores, además de todo esto, están desprotegidos ante la vida actual. Ante cualquier situación: una avería, una tormenta, un apagón, un malestar nocturno, un olvido… están solos y desprotegidos. ¿No es como para sentir pánico a la soledad? Pues habrá que ver cómo cambiar esto, ¿no? Es de sociedades crueles no hacerlo.
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