España rural
«Sin hospital no hay población. Y sin población no hay hospital»
David Cardeñosa, coordinador de Cuenca Ahora y concejal en el pueblo de Tarancón, reclama «poner fin al círculo vicioso» en el que está la España vaciada «con servicios y empleo en el sector industrial»
La despoblación «no es simplemente la pérdida de habitantes a nivel numérico, es también el fin de los servicios públicos, la emigración a otros lugares, la masculinización, el envejecimiento... si un joven quiere quedarse a vivir en Tarancón no puede, es inviable». David Cardeñosa, coordinador de Cuenca Ahora y concejal en Tarancón, un pueblo en la provincia de Cuenca de 15.799 habitantes donde nació hace 24 años, quería quedarse a vivir en su pueblo. Sin embargo, David está buscando piso en Móstoles, un municipio de la Comunidad de Madrid con una población de 208.761 personas, «porque ir y volver todos los días a Madrid para hacer el Máster en Formación del Profesorado es complicadísimo»: «Por ahora me apaño yendo y volviendo en bus, pero desde enero comienzo las prácticas en un instituto de Navalcarnero, empiezan las clases a las 8 de la mañana y por la tarde tengo el curso del máster en Fuenlabrada (Madrid). No puedo compaginar las dos cosas y dos horas de bus cada día».
David recuerda que «el último tren que pasó por aquí fue en el verano de 2021», lo que para el concejal de Tarancón es «un ejemplo más de la falta de servicios, y por tanto de derechos, que sufrimos quienes vivimos en la España vaciada». La línea de ferrocarril que unía Aranjuez-Tarancón-Cuenca-Utiel, un pueblo de Valencia situado cerca del límite con la provincia de Cuenca, se eliminó «a petición de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) de Cuenca», explica a LA RAZÓN David sobre la eliminación de este servicio ferroviario que «vertebraba la provincia conectándola entre diferentes zonas y con Madrid».
«Hace 20 ó 30 años muchísima gente de Tarancón y pueblos cercanos hacían lo que tenían que hacer yendo y volviendo en tren»
Desde hace más de dos años, no pasa ningún tren por Tarancón debido a que «la Diputación elaboró un plan para que las vías férreas del ferrocarril convencional se convirtiesen en vías verdes dedicadas al senderismo, al ciclismo... que atrajeran actividades de turismo rural y aumentar la belleza natural con la excusa de que sería bueno para la provincia». El coordinador de Cuenca Ahora cuenta que el plan era que «no pasen trenes pero que esas vías se sigan utilizando»: «A la Diputación le parece una maravillosa idea, entonces el PSOE de Cuenca la eleva a los órganos competentes. Y se aprueba en Consejo de Ministros la extinción de este tramo de vía férrea».
David lamenta que las promesas que acompañaron la desaparición de la línea de ferrocarril «no se cumplieron». Pese a ello, reconoce que en Tarancón «hay opiniones contrapuestas sobre el final del tren que les unía a otros puntos de Cuenca y a Madrid haciendo, salvando las distancias, la labor que en la capital hace el tren de Cercanías». «Hay gente que echa mucho de menos el tren porque entiende que es un recorte de servicios y les facilitaba la vida. Y otros te dicen ‘es que tampoco iba nadie’. Claro. Los últimos años iba poca gente porque ya se habían cargado el servicio. Hace 20 ó 30 años muchísima gente de Tarancón y pueblos cercanos hacían lo que tenían que hacer yendo y volviendo en tren», cuenta David sobre cómo ha cambiado la vida en Tarancón «y en tantos otros pueblos de la España vaciada».
«La única forma de sobrevivir que tienen los pueblos es convertirse en la fábrica de España»
«Si el tren que iba de Tarancón a Madrid lo desplazo a Móstoles, luego a Navalcarnero y acaba por terminar en Aranjuez, si disminuyo las frecuencias, si no electrifico la vía... si lo voy matando poquito a poco de hambre acaba por no usar el servicio nadie porque encuentran otras alternativas más fáciles», subraya este joven graduado en Historia y Ciencia Política y Gestión Pública por la Universidad Rey Juan Carlos en el campus de Fuenlabrada que, tras seis años viviendo en Madrid, volvió a Tarancón «porque es donde quiero vivir».
El joven concejal de Cuenca Ahora achaca el conformismo de una parte de sus vecinos de Tarancón sobre la desaparición del tren a «una idea que ha ido calando aquí y en otros puntos de la España vaciada en los últimos años de que la única forma de desarrollarnos económicamente es ocupando puestos que no quiere nadie».
Frente a los proyectos relacionados con las energías renovables que considera que «crean trabajo para pocos meses mientras se construye, algunos se asientan aquí para trabajar en la instalación y luego se marchan», o el turismo rural que «es una economía muy estacionalizada», Cardeñosa cree que «la única forma de sobrevivir que tienen los pueblos y pequeños municipios de sobrevivir a la despoblación es ser la base del sector industrial, convertirse en la fábrica de España».
«Las energías renovables no aumentan la población en la España rural»
«Me parece que las energías renovables se han utilizado como cebo diciendo que va a fijar y aumentar población. Eso es totalmente falaz», sentencia David Cardeñosa. «En Barajas de Melo, un pueblo de Cuenca de unos 900 habitantes, hay un parque fotovoltaico de los más grandes de España. Que vayan a preguntar cuántas miles de personas se van a instalar allí y en los alrededores gracias a las placas solares. Es cierto que se asientan 10 ó 15 trabajadores mientras se construye. Pero, como es lógico, se marchan cuando ya están funcionando».
«Se necesitan servicios públicos para que la gente quiera vivir aquí, no solo un empleo»
Pese a las grandes dificultades para construir un proyecto de vida en Cuenca, la población en esta provincia creció este año hasta las 198.813 personas, un 0,5% más respeto a 2022, apunta el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ante un modelo que les convierte en «territorio de sacrificio donde se pone lo que otros territorios no quieren como macrogranjas o vertederos nucleares como en Villar de Cañas», David considera «clave implantar fábricas que potencien la zona y que provean de productos a las grandes ciudades».
Junto a una apuesta por el sector industrial, David reclama a las instituciones públicas poner a disposición de los habitantes de pueblos y pequeñas ciudades «servicios públicos de calidad» al considerarlo la mejor alternativa para salir del «círculo vicioso de la España vaciada»: «Sin hospital no hay población. Y sin población no hay hospital. Es la pescadilla que se muerde la cola. Y se necesitan servicios públicos para que la gente quiera venir, no solo un empleo».
«Solo hay un hospital en toda la provincia de Cuenca, una de las más extensas»
David cree que «la gente vive bien aquí, pero si hay solo un hospital en toda la provincia de Cuenca, una de las más extensas de España, es difícil que decidan venir o quedarse». María José Pelayo, presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), destacó el pasado 22 de noviembre en un coloquio sobre los desafíos de la España vaciada que «5.000 ayuntamientos en España tienen problemas de despoblación, es decir, la mitad de los municipios». Para evitar la pérdida de habitantes y la muerte de muchos pueblos, Pelayo subrayó que «se debe trabajar en unas políticas claras y orientadas, una inversión controlada y eficiente».
En la misma línea, Carmen Quintanilla, presidenta de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural, puso el foco en los problemas de conectividad que aún persisten ya que «el 60% de los pueblos de España tiene un mal acceso a las nuevas tecnologías, con una brecha digital de 8 puntos respecto a las ciudades». Quintanilla destacó que la España rural sostiene al sector primario y, por tanto, la generación de productos de calidad para alimentar a la población. «No somos la España vaciada. Somos la España donante y se debe analizar cómo tener la calidad de vida necesaria en todos los municipios, tanto a nivel de transformación digital como de servicios públicos».
En el coloquio, los expertos plantearon la idea de mancomunar los servicios públicos para garantizarlos a los habitantes de los pueblos. David considera que es una propuesta muy positiva. «Se debe convencer a pequeñas ciudades que la supervivencia de muchos municipios de su alrededor depende de ellas. Ahora mismo nos pasa a nivel de Cuenca Ahora en Cuenca capital». Mientras continúa con su «calvario buscando piso en Móstoles», cuando termine el máster en junio David planea buscar trabajo de profesor en Cuenca, regresar a Tarancón y seguir reclamando mejoras: «Es una lucha justa y muy sentimental. Mucha gente tiene sus raíces en la España rural y nos apoya».
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